La presidenta de la comisión de género del Consejo Regional de Desarrollo
(CRD) dijo aquí que la profunda crisis social que afecta al país, reclama a las
madres dominicanas asumir una actitud decidida, a fin de inmunizar a sus hijos
contra las enfermedades sociales, para evitar que sigan corroyéndose sus mentes
y sus almas.
Guillermina Marizán de Peña sostuvo que para lograr ese propósito, los hijos deben recibir una adecuada formación, velando cada madre por su correcta inserción en la sociedad, educándoles y orientándoles, para así tener la satisfacción no sólo de alumbrar un hijo, sino también de motorizar una sociedad que garantice la paz, la seguridad y el desarrollo que urgimos.
Resaltó que se impone asumir el indicado rumbo, en virtud de que el delicado papel de las madres no se limita a la procreación de un ser material, sino espiritual, dado que en todo proceso de ser madre lo más fácil es alumbrar la criatura y lo más complejo y difícil es entregar a la sociedad un ser útil, honrado y capaz. Señaló que corresponde a cada madre con su autoridad, amor y experiencia, conducir a sus hijos a la práctica de la honestidad, la responsabilidad y al cumplimiento del deber, para así dotar a la sociedad y al Estado de los medios que les faciliten erradicar los males que les estacan y que les impiden garantizar un mejor entorno social.
Expresó que los altos grados de corrupción y los preocupantes niveles de pérdida de los valores morales, convoca a todas las madres dominicanas a asimilar que su rol como madre y mujer en estos tiempos, debe ir más allá de alimentar, cuidar y dar una profesión a sus hijos, por ser vital e impostergable su plena integración a la labor del saneamiento moral e institucional.
Marizán de Peña, al hablar en un foro sobre el nuevo rol de las madres, concluyó señalando que la responsabilidad social de madre en estos tiempos “reclama de cada una de nuestras progenitoras preparar a sus hijos para vivir sin corromperse, para que sean hombres y mujeres de bien y para que sean ejemplos de civismo y dignidad”.
Guillermina Marizán de Peña sostuvo que para lograr ese propósito, los hijos deben recibir una adecuada formación, velando cada madre por su correcta inserción en la sociedad, educándoles y orientándoles, para así tener la satisfacción no sólo de alumbrar un hijo, sino también de motorizar una sociedad que garantice la paz, la seguridad y el desarrollo que urgimos.
Resaltó que se impone asumir el indicado rumbo, en virtud de que el delicado papel de las madres no se limita a la procreación de un ser material, sino espiritual, dado que en todo proceso de ser madre lo más fácil es alumbrar la criatura y lo más complejo y difícil es entregar a la sociedad un ser útil, honrado y capaz. Señaló que corresponde a cada madre con su autoridad, amor y experiencia, conducir a sus hijos a la práctica de la honestidad, la responsabilidad y al cumplimiento del deber, para así dotar a la sociedad y al Estado de los medios que les faciliten erradicar los males que les estacan y que les impiden garantizar un mejor entorno social.
Expresó que los altos grados de corrupción y los preocupantes niveles de pérdida de los valores morales, convoca a todas las madres dominicanas a asimilar que su rol como madre y mujer en estos tiempos, debe ir más allá de alimentar, cuidar y dar una profesión a sus hijos, por ser vital e impostergable su plena integración a la labor del saneamiento moral e institucional.
Marizán de Peña, al hablar en un foro sobre el nuevo rol de las madres, concluyó señalando que la responsabilidad social de madre en estos tiempos “reclama de cada una de nuestras progenitoras preparar a sus hijos para vivir sin corromperse, para que sean hombres y mujeres de bien y para que sean ejemplos de civismo y dignidad”.