Cuando los dominicanos y dominicanas hemos sido testigos de cómo el movimiento del 4 por ciento o de aquella lucha que llevó de forma pública el periodista y comunicador, Huchi Lora, exigiéndole a la Opret, los documentos vía la Ley de Libre Acceso a la Información; hemos ido aprendiendo que existen otras maneras en qué se puede exigir y proteger los derechos como ciudadanos.
Esto lo traemos a colación a propósito de lo que tristemente, toda la población y opinión pública pudo ser testigo, de la muerte de un Coronel de la Policía de apellido Suárez, que no es más de lo mismo que hemos estado viendo desde hace tiempo para realizar protestas por las disímiles demandas que se le exigen a un gobierno determinado.
La forma en que desde siempre se había acostumbrado al pueblo dominicano cómo se debía protestar, basado en la quema de gomas, violencia de parte y parte. Utilizando el campo de la Universidad del Estado, en esos años oscuros de los gobiernos de Balaguer o de la represión de gobiernos que no respetaban las libertades públicas. Pero esos tiempos han cambiado y muchos de esos grupos que, a pesar de haber cambiado las circunstancias y las condiciones políticas, utilizan métodos que no son aprobados ni apoyados por la misma población, muchos de esos paros o protestas por la vía violenta, son obstáculos o producen muertes de las mismas gentes del pueblo que ni siquiera participan de estos movimientos, pero se ha querido mantener la idea de que para cada paro, huelga o movimiento de protestas, se busca como aparece el muerto adecuado para “encender” o determinar el éxito o no de una protesta.
Ni los excesos policiales pero mucho menos la anarquía, el caos y el desorden deben ser las maneras en que una sociedad debe buscar realizar sus protestas en contra de medidas económicas o de situaciones sociales, ni mucho menos la forma de respuesta para evitar que las mismas se realicen. Son muchas las vidas de ciudadanos que han caído como fruto de protestas, ya fuere del lado de la policía o de los (as) que realizan el paro. Nada se ha obtenido y se pierden esas vidas valiosas de parte y parte, al fin y al cabo, todos y todas somos dominicanos y dominicanas, y lo que debemos es apoyar y buscar cambiar la forma y manera en que se protesta y rechazar esos grupos o movimientos que se enquistan en ellos para crear desórdenes y muertes.
No es posible que la UASD siga siendo objeto de tranques, traumas y obstáculos para tantos estudiantes de bajos recursos, que no merecen seguir perdiendo horas de clases. Que se deje esa actitud histórica que se tiene, de que como es la universidad del Estado se piensa que no tiene dolientes. Son los propios estudiantes de ese centro universitario que deben ser los primeros en oponerse a este tipo de protestas o de que se quiera utilizar un campus que es para estudio, sea utilizado como instrumento del caos y el derramamiento de sangre, no para exigir con justeza y por la vía correcta.
Lamentablemente, la UASD no es más que otro reflejo de lo deteriorada que está nuestra sociedad, no es sentarnos a lamentar, sino buscar que se retome el verdadero valor de esta institución como en sus mejores años y no el feo espectáculo al que ya nos tienen acostumbrados, con el agravante que siguen perdiéndose vidas valiosas en protestas que no tienen el apoyo popular, ni en la UASD, ni en ninguna parte del país cuando tienen el elemento caos. Ya debemos crecer y tomar las nuevas formas protestas que sí favorecen a las grandes mayorías; para eso no hay necesidad de derramar una gota de sangre ni llevar dolor a ningún hogar dominicano.
Lic. Jordi Veras.