Julio Vasquez.

Radio Renacer

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martes, 12 de julio de 2011

MOISÉS SALVADO DE LAS AGUAS




Un hombre de la tribu de Leví se casó con una niña de su misma tribu.
La mujer quedó esperando y dio a luz un hijo, y viendo que era hermoso, lo tuvo escondido durante tres meses.
Como no podía ocultarlo por más tiempo, tomó un canasto de papiro, lo recubrió con alquitrán y brea, metió en él al niño y lo puso entre los juncos, a la orilla del río Nilo.
La hermana del niño se quedó a cierta distancia para ver lo que le pasaba.
En eso bajó la hija de Faraón al Nilo, y se bañó mientras sus sirvientas se paseaban por la orilla del río. Al divisar el canasto entre los juncos, envió a una criada a buscarlo.
Lo abrió y vio que era un niño que lloraba. Se compadeció de él y exclamó: "¡Es un niño de los hebreos!"
Entonces la hermana dijo a la hija de Faraón: "Si quieres, yo buscaré entre las hebreas, y me pondré al habla con una nodriza para que te críe este niño."
"¡Ve!", le contestó la hija de Faraón.
Así que la joven fue y llamó a la madre del niño. La hija de Faraón le dijo: "Toma este niño y críamelo, que yo te pagaré." Y la mujer tomó al niñito para criarlo.
Habiendo crecido el niño, ella lo llevó a la hija de Faraón, y pasó a ser para ella como su hijo propio. Ella lo llamó Moisés, pues, dijo, "lo he sacado de las aguas."
MOISÉS DESCUBRE A SU PUEBLO

Tiempo después, siendo Moisés ya mayor, se preocupó por sus hermanos y entonces fue cuando comprobó sus penosos trabajos. Le tocó ver cómo un egipcio golpeaba a un hebreo, a uno de sus hermanos.
Miró a uno y otro lado, y como no viera a nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.
Al día siguiente salió de nuevo, y esta vez dos hebreos estaban peleando. Moisés dijo al culpable: "¿Por qué le pegas a tu compañero?"
Y él le contestó: "¿Quién te ha puesto de jefe y juez sobre nosotros? ¿Y por qué no me matas como mataste al egipcio?" Moisés tuvo miedo, pues pensó: "Este asunto ya se sabe."
De hecho, le llegó la noticia a Faraón y buscó a Moisés para matarlo, pero Moisés huyó de la presencia de Faraón y se fue a vivir al país de Madián. Allí se sentó junto a un pozo.


Salmo
Sal 69, 3; 14; 30-3l; 33-34


Me estoy hundiendo en un cieno profundo, y no hay dónde apoyarme. Me vi arrastrado a profundas aguas y las olas me cubren.


Pero a ti, oh Dios, sube mi oración, sea ése el día de tu favor. Según tu gran bondad, oh Dios, respóndeme, sálvame tú que eres fiel.


¡Pero a mí, humillado y afligido, que me levante, oh Dios, tu ayuda! Celebraré con un canto el nombre de Dios, proclamaré sus grandezas, le daré gracias.


Vean esto, los humildes, y regocíjense. ¡Reanímense, los que buscan al Señor! Pues el Señor escucha a los pobres, no desdeña a los suyos prisioneros.



Evangelio
Mt 11, 20-24
Entonces Jesús comenzó a reprochar a las ciudades en que había realizado la mayor parte de sus milagros, porque no se habían arrepentido:
"¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y Sidón se hubiesen hecho los milagros que se han realizado en ustedes, seguramente se habrían arrepentido, poniéndose vestidos de penitencia y cubriéndose de ceniza.
Yo se lo digo: Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que ustedes en el día del juicio.
Y tú, Cafarnaún, ¿subirás hasta el cielo? No, bajarás donde los muertos. Porque si los milagros que se han realizado en ti, se hubieran hecho en Sodoma, todavía hoy existiría Sodoma.
Por eso les digo que, en el día del Juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que ustedes