Julio Vasquez.

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jueves, 17 de marzo de 2016

El carril del padre de familia

José de Jesús Vega
Ir de un lugar a otro, viajar del punto A al punto B en la República Dominicana puede ser un dolor de cabeza tanto para los usuarios del transporte público y los conductores. En el primer caso, el transporte del pueblo, este es muy desorganizado y los conductores tienen que sufrir esa desorganización.         

Dichas afirmaciones se aplican para la mayor parte del territorio nacional. Ahora alguna vez nos hemos preguntado: ¿Quiénes son los verdaderos culpables?
    
Y al hablar de culpa me refiero a la culpa de que el tránsito sea un desastre en nuestro país. Ósea hablar de violar leyes de tránsito es un pan diario para cada persona que participa de la vía pública de nuestro país.
    
Debe de ser colocada una señal de tránsito que delimite el carril continuo a la acera que lo acredite como “El carril del padre de familia” no hay nada más molestoso que sufrir la inesperada parada de un carro de concho frente a ti bajo el argumento de dejar un pasajero. Las esquinas no son para detenerse, pues en un cruce de calle o avenida otros pretenden doblar en esa dirección. 

    
Los padres de familia manejan como si estuvieran transitando solos por las vías públicas del país. Fomentar las malas costumbres viales es la tarea principal de estos señores, que cuando no nos afectan con sus improperios vehiculares nos agreden con las manifestaciones a favor de sus derechos. El transporte público es público en la isla porque todo mundo puede usarlo en plena libertad pero dicho término no trasciende más de ahí pues sus intereses son sindicalistas y privados como lo encarnan los lideres choferiles. 
    
No es un misterio que los “conchos” como los llamamos en el país resuelven un problema que afecta al ciudadano promedio. Pero cuánto cuesta la solución de ese problema muchos malos ratos, accidentes de tránsito, contaminación ambiental y sonora, entre otras cosas que se permiten a los padres de familia. 
    
Muy común ver como una Autoridad Metropolitana de Tránsito (AMET) dispensa a un padre en la vía pública simplemente porque este necesita ganarse la vida. Las leyes son para todos, y no para un grupo. Discriminación que ocurre en el territorio nacional cada día.
    
Los padres de familia no tienen que respetar los semáforos, usar cinturón y pueden atropellar a los conductores normales. El meollo del asunto no es la prohibición del “conchismo” en Quisqueya sino que debe primar un orden en las cosas que se realizan. Quizás las autoridades nacionales no se han atrevido a enfrentar un sector tan poderoso pero es tiempo de que se inicie con el proceso de regularización de la selva en la que vivimos y también. El carril del padre de familia debe ser prohibido, todo ciudadano tiene derecho a transitar por las calles manteniendo el orden y el urbanismo.         

Las leyes son para todos, pues todos debemos aspirar a la vocación de tener un país mejor y más organizado. 
   
 “El carril del padre de familia”-una nueva señal de tránsito, a nuestras autoridades que evalúen la posibilidad en pro de los padres de familia. Léase con sarcasmo.

José de Jesús Vega