Hace 35 años que se marchó. Atrás quedaron sus ojos menudos, su barriga hinchada y el miedo a lo desconocido. Su mundo se hizo grande, como él, descubriendo las maravillas de los fantásticos “nuevayores” que le acogieron cuando tenía once años.
A pesar del tiempo, y lo que ha alcanzado, hay cosas que jamás han cambiado. Una de ellas es su amor por Baitoa, el lugar en el que nació y al que siempre regresa. Su última visita fue distinta: tuvo como misión mostrarnos algo que, en un verdadero país, sería imposible: que su pueblo aún no tiene agua.
Escuchar al actor Manny Pérez reclamando algo tan simple y cotidiano duele. Más aún saber que la situación es la misma que cuando él era niño y que el acueducto de su comunidad ha sido prometido por todos los candidatos a la Presidencia de la República, quienes olvidaron su promesa en cuanto alcanzaron el poder.
No sé cómo los políticos se llenan la boca hablando de progreso y revoluciones cuando aún tenemos comunidades que ni siquiera tienen agua (mucho menos energía). ¿Cómo es posible que todos los gobiernos, incluyendo al de Danilo Medina, se la pasen resaltando las grandes cosas que hacen mientras se olvidan de suplir las necesidades más básicas de la población?
Vivir sin agua es tremendo. Todos lo sabemos porque lo hemos vivido alguna vez. Para la mayoría de nosotros, sin embargo, son crisis producto de la sequía, de un huracán, de la bomba… pero, ¿usted se imagina lo que es vivirlo cada día? Tan duro es que los baitoreos dicen que tener un acueducto es un sueño. ¿Es tan difícil hacerlo, señor Danilo?