“La inseguridad y la violencia son la principal amenaza para la gobernabilidad. La corrupción y la impunidad sus mayores síntomas”
El articulista estadounidense, Andy Rooriey, cita en el libro “La Policía en las Relaciones Comunitarias”, lo que considera su utopía de un “Policía perfecto”. Describe las cualidades que considera como esenciales en un agente de policía ideal, concluyendo que “si un ser humano tuviese todos los atributos necesarios para ser el policía perfecto, probablemente se dedicaría a otra cosa. Y lo mismo haría si fuera mujer. Le sería más fácil ser presidente”.
Cuando observamos a lo interno de la Policía Nacional, nunca hemos visto más allá de los agentes que incurren en las malas actuaciones, sin tomar en cuenta que éstos sólo alcanzan un % mínimo de la totalidad del cuerpo policial, pero realmente son la mayoría de los que dirigen y los más influyentes en el deterioro ético-moral que vivimos.
El 28 de octubre de 1986, logré mi graduación de oficial, luego de cuatro años de estudio como parte de la carrera de Cadete en la Academia de la P. N., actualmente “Facultad de Grado 2 de Marzo”. Como parte de los actos ceremoniales tuvimos la oportunidad de escuchar la lectura del artículo que hiciera en forma de prosa el hoy Capitán retirado, P. N. Timoteo Acosta Rosario, quien solo recuerda haber recortado el siguiente artículo en una revista policial venezolana, y no precisa su autor. Pero que hace pocos años lo he visto publicado y firmado dos veces por personas distintas. Cito versión que he aplatanad
“La personalidad del policía” ¿De qué está hecho el policía? Él, dentro de todos los hombres, es el más necesitado y el menos deseado, es una persona a la cual se le dice señor en su cara y polizonte a su espalda. Debe ser lo suficientemente diplomático como para resolver las diferencias entre dos individuos y haciéndoles creer a cada uno de ellos que tiene la razón, en un instante debe tomar decisiones que a un abogado le tomarían meses, además debe ser el primero en llegar a la escena de un accidente y ser infalible en el diagnóstico del mismo. Debe ser capaz de restablecer la respiración, detener la sangre, entablillar y sobre todo cerciorarse de que la víctima regrese a su casa sin cojear, de lo contrario será demandado en la justicia.
El policía debe conocer y manejar todas las clases de armas, saber desenfundarla con rapidez, y hacer blanco donde no duela, debe ser capaz de vencer a dos hombres que doblen su tamaño con la mitad de su edad, sin dañar su uniforme ni ser brutal.
El policía debe saberlo todo y callarlo, debe saber dónde está el pecado y no pecar, debe con un sólo cabello humano, ser capaz de descubrir el crimen, el arma, el criminal y dónde está escondido. Si captura al criminal es un afortunado y si no lo captura es un inepto, si lo ascienden es que cuenta con influencias políticas o esta enllavado y si no, es un hijo de machepa sin padrino.
La realidad que vive el policía “El policía debe ser un sacerdote, un bombero, un trabajador social, un Félix Sánchez, un Marcos Díaz, un diplomático, un caballero, un médico, un psicólogo, un amigo, un abogado, un robot laborando 24/7 y sin derechos, es decir, debe ser un héroe, y por supuesto también tendrá que ser un genio porque debe alimentar a su familia y subsistir con el sueldo de un policía.” (US140 dólares, una cuarta parte del salario promedio en América Latina que son US525 dólares y para colmo, también lo gana un policía haitiano).
En estos momentos, 28 años después de escuchar el contenido de este escrito las cosas no han cambiado, me atrevo a afirmar que hemos retrocedido; lamentablemente, esta triste realidad se mantiene y en peores circunstancias: las pérdidas de valores, la corrupción, el incremento de la criminalidad y de la violencia en todas las manifestaciones, con la complicidad de las autoridades.
Esto nos llama a reflexionar y a integrarnos a la conquista de una policía confiable, perfecta o ideal. Con presupuesto adecuado que proporcione salarios dignos-justos y calidad de vida para todos los policías y militares.
“Sed justo es lo primero, si queréis ser felices” (Juan Pablo Duarte).
Hoy en día, la lucha contra la corrupción es evidentemente urgente en las instituciones dominicanas, no solo en la policía, sino también en los demás organismos de control, como el sistema de justicia, la Cámara de Cuentas, las diferentes superintendencias y el resto de los cuerpos de seguridad y defensa, que están llamados a prevenir, controlar y sanear la corrupción interna de las distintas instituciones del Estado, pero que son muy débiles y se perciben simbólicas o inexistentes.
Es urgente unir esfuerzos para el saneamiento de los servicios públicos tan contaminados y, escasos de ética, moral y probidad en la administración pública y los demás sectores sociales.
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@JTtaveras
Juan Tomas Taveras.
EL AUTOR es mayor general retirado de Policía y periodista. Reside en Santo Domingo.