Solo en 2013 casi 35 mil personas arriesgaron su vida para ingresar a los países de la Unión Europea. Especialistas hablaron con Infobae sobre las respuestas ante el crecimiento del crimen organizado, los controles fronterizos y legislación vigente
El debate sobre la inmigración se ha reabierto a partir de dos accidentes con víctimas fatales que se registraron en las costas italianas en poco menos de un mes.
Esto no llama la atención cuando, de acuerdo a al informe "Fran Q2" de la Agencia para la Gestión y Cooperación de las fronteras exteriores de la Fronteras de la Unión Europea (Frontex), sólo en el primer semestre del 2013 fueron registrados 34,522 inmigrantes que ingresaron ilegalmente a los países de la UE.
Entre los inmigrantes que han llegado a Italia este año por vía marítima, la mayoría provienen de Siria, otros tantos de Eritrea, y los demás son somalíes, etíopes y egipcios. Se trata de "flujos mixtos": inmigrantes económicos y refugiados -que de acuerdo a la convención de Ginebra, incluye a quienes escapan de sus países por motivos de raza, religión, opinión política, nacionalidad o pertenencia a un grupo social determinado-.
Desde la caída del régimen de Muammar Khadafi en el marco de las revueltas árabes, Libia se ha convertido en el país de tránsito por excelencia. Durante su gobierno, Khadafi ejercía un fuerte control sobre sus fronteras para evitar el tránsito de personas, al punto que cumplía la función de ser un "estado tapón". Allí iban a parar los migrantes deportados de los países europeos, sobre todo de Italia a partir de un acuerdo suscrito entre Silvio Berlusconi y Khadafi por el que Libia recibía a los expulsados, aún sin garantizar los más mínimos derechos humanos. Existen miles de denuncias de torturas y abusos a inmigrantes en las cárceles libias, según testimonios recopilados por distintos organismos de derechos humanos.
Por: Sofía Benavides