Corría el 19 de diciembre de 1965. En Santiago, las tropas constitucionalistas se encontraban sometidas a incesante fuego de artillería en el Hotel Matúm por parte de fuerzas militares que respondían “a los intereses de San Isidro” y, desde donde se presume, “bajó la orden” para aniquilar al coronel Caamaño y a los bravos combatientes que les acompañaron a esta ciudad en esa ocasión. Hubo una pausa en los combates, tras un acuerdo entre las partes beligerantes, para evacuar a las mujeres y a los niños que fueron sorprendidos dentro del hotel por el violento e inesperado ataque. Doña Arlette Fernández, valerosa y aguerrida viuda del coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez -que había caído durante el asalto al Palacio Nacional el 19 de mayo- se encontraba en las instalaciones, junto a la tropa de Caamaño. Uno de los hombres de confianza “del coronel de Abril”, se ofreció para acompañarle, hasta que estuviera segura. Ese hombre era nada más y nada menos que el coronel Miguel Angel Hernando Ramírez. “Salí con Doña Arlette del Matúm para que, si los guardias disparaban, que los tiros en vez de ella, se me pegaran a mi”, proclamó Hernando Ramírez al rememorar aquellos momentos difíciles de la patria. Y esto no fue que “me lo dijera Adela” o que yo lo leyera en algún lado; lo escuché de sus propios labios, en una entrevista repetida en el programa “Cara a Cara”, que conducen por el Canal 19 Julio César Jerez Whisky y el Chino Bujosa Mieses, entre otros. La semana pasada recibí la infausta noticia, por intermedio de Doña Arlette que me hizo llegar un mensaje a través de mi correo electrónico, del fallecimiento de este “héroe de la patria” quien, indudablemente, fue una pieza importante durante la revuelta constitucionalista de abril de 1965. Este hecho, empero, recibió poca acogida en los medios de comunicación. Me duele que la muerte de este gran dominicano pasara prácticamente inadvertida. Para los honores y los méritos que acumulaba, creo que poco homenaje se le rindió. Claro, una gran culpa de esto, para mi, lo tiene el sistema educativo arcaico nuestro ya que, en los libros de textos, pocos detalles contienen sobre la historia reciente dominicana y sus protagonistas. En todas las provincias debieron realizarse actos de homenajes a este gran ciudadano, que consagró su vida al servicio completo de la patria tras vestirse de gloria durante los sucesos de abril del 65, y más luego en la batalla del Matum, el 19 de mayo de ese año, sin que nunca pasara factura por ello. Me preocupa que los hombres de esta dimensión sean ignorados por gran parte de la sociedad. Aunque, desde el gobierno, se le rindieron los honores militares propio de su investidura. Pero en el país, repito, debió hacerse un poco más, porque su entrega y su sacrificio merecían y merecen mayores reconocimientos hacia su persona. Me hubiese gustado, incluso, que las autoridades declararan 3 días de duelo y que la bandera tricolor ondeara a media asta, y que los medios difundieran más su obra y su vida. Pero que va! El apresamiento de Omega y de Don Miguelo, lamentablemente, merecieron más despliegue y más seguimiento en la prensa radial, escrita, televisada y digital, que la partida de este gran dominicano ¡culpa del tiempo es y no de España! En mi entrega del sábado, Dios mediante, aportaré más detalles sobre lo que fue el accionar de este insigne héroe de la patria ¡seguimos en combate! . Félix Jacinto Bretón