En las redacciones de periódicos colombianos, esta expresión creativa y de simpática sonoridad no es un simple juego de palabras, ya que ha adquirido una connotación que llama a desterrar algunas prácticas que resultan contraproducentes para lograr un buen ejercicio periodístico. Con esa frase se invita a reporteros y editores a reflexionar sobre la negativa tendencia a guardar historias para publicarlas en una fecha posterior a su elaboración sobre la base, no siempre precisa o segura, de que son trabajos pretendidamente exclusivos. La exclusividad de una historia periodística puede ser contradecida en la práctica por filtraciones o coincidencias fortuitas en algunos medios, porque la capacidad de pensar e idear no es limitativa a ningún grupo intelectual, sobre todo ahora en que la información fluye por tantas fuentes con el impulso de las redes sociales. Aun en aquellos reportajes que son fruto de la denominada agenda propia, o sea la que no están influidos o condicionados por las fuentes interesadas, públicas o privadas, siempre se corre un riesgo cuando se posterga mucho su difusión, aunque en algunos casos puede ser razonablemente calculado. Otro viejo vicio asociado a esta práctica y que por suerte ha disminuido con el tiempo, es el acuerdo que hacen reporteros de algunas fuentes noticiosas para guardar aspectos inéditos de entrevistas para publicarlas el mismo día en distintos medios, con lo que se tiende a perder el aprecio por la primicia periodística. Para desechar estas y otras malas inclinaciones, hay que aconsejar a los noveles reporteros a esforzarse siempre en ser, en primer término, fieles e intransigentes en la adhesión a sus conciencias y principios y luego identificar y defender los elementos que permiten realizar un buen periodismo. Es aconsejable practicar el escepticismo y la duda razonable frente todas las situaciones que les presenten, antes de asumirlas como verdades irrefutables, a fin de poder divulgarlas con sentido de orientación y credibilidad. Sólo de esta forma evitarán en alguna medida ser confundidos o utilizados por los intereses, no siempre diáfanos y legítimos, que se mueven en el escenario nacional. Su compromiso indeclinable debe ser con el público en general y en ningún caso con un sector o grupo en particular. El cotejo y a verificación exhaustiva de datos y la representación equilibrada de todas las aristas en la elaboración de una información o reportaje son parte esencial de una regla de oro en el periodismo ejercido con integridad. Es una profesión para servir con nobleza y amplitud de miras y si algún poder tiene, ha de ser utilizado para proveer a los ciudadanos informaciones de utilidad e interés general. Se deben aceptar de buena gana todas las rectificaciones cuando se ha incurrido en imprecisiones o señalamientos erróneos o fuera de lugar. Asimismo, se impone, invariablemente, rechazar las presiones, las amenazas y las insinuaciones maliciosas de quienes buscan acallar u obstruir el desarrollo de un periodismo veraz, objetivo y crítico. Escrito por: MANUEL QUIROZ (Many1949@gmail.com)