Menores y adultos dominicanos, dejando de lado las formalidades, cruzaron los dedos a favor de un solo candidato. El país y el mundo oyeron el griterío de felicidad. Feliz Sánchez se impuso a las predicciones, a las superpotencias y a los colores “preferidos”. Sin pretender el récord del guepardo, el más veloz de los animales terrestres, Sánchez logró que el mundo se quedara atónico. Y lloró. Era la felicidad hecha lágrimas. Hizo ruborizar al país y al mundo con su oro en 400 metros vallas en Londres, al tiempo que logró lo que nunca se hizo en los últimos cuatro años: Que el dominicano se olvide de la ola de delitos que tiene todos casi al garete, de los apagones, del 4% para la educación, de las alzas en los combustibles, del enredo del salami, la discriminación en el empleo con 63% para los hombres y 29% para las mujeres, de acuerdo a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Por igual que el dominicano olvidara el referente de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de que el desempleo a nivel general en el país se sitúa en un 14.4%, así como de la acomodación de los sueldos para un grupito en tanto la mayoría “jala” aire. El jalón de 400 metros de Sánchez fue causa para olvidar, en un mundo convulso en todos los rincones, que por cada mil dominicanas embarazadas 92 son adolescentes, que se lleva a cabo una tanda de inauguraciones de obras y que ya los trajes están planchaditos para un nuevo enfoque de gobierno. Hizo olvidar que el sol sale para todos, aunque unos coman y otros no; que nuestros viejos desamparados andan calle arriba y calle abajo mendigando, que los ríos están secos por la deforestación, la importancia de la solidaridad y que una mala palabra no corrige un problema. El oro de Sánchez unió de tal modo a los dominicanos que olvidaron que estaban en el trabajo, que el ratón se come el queso y todo se queda así, pero que alguna vez habrá un día mejor. También por el entusiasmo pasaron por alto que esos juegos olímpicos por primera vez se llevaron a cabo en una antigua ciudad de Grecia llamada Olimpia, que los mismos son más viejos que matusalén, que han servido para “unir” a los pueblos del mundo, que al que no se faja le cantan “capú y no te abaje” y que las mujeres no podían participar ni ver esos juegos, pero hubo una dama que no hizo caso y fue a ver a su hijo compitiendo en las olimpiadas. Se salvó de chepa. El goce produjo momentáneamente que se obviara que se está a la puerta de un nuevo gobierno, que cada quien tiene su traje planchadito y que es importante el optimismo. Sería grato que la hazaña se repitiera el próximo cuatrenio, aunque no estaría en ésta el duro Sánchez, para que nueva vez los dominicanos se unan en dirección positiva como la que produjo el gozo por el oro de este atleta para RD, para él y su abuela. Periodista Autor: Cándida Figuereo