La verdad es que, mucho tardaron los familiares descendientes de esa otrora excelsa dama, doña Casandra Damirón, que fuera la mayor expresión representativa del arte nacional, observando siempre un comportamiento loable, tanto dentro como fuera de los escenarios, según el testimonio de muchas personas que le conocieron en el personal, para tratar de quitarle su nombre a esos galardones que fueran instituidos como una forma de honrar su memoria, y al mismo tiempo estimular e inducir a las generaciones posteriores, en el sentido de que siempre se procurara emularle. Y es que, nadie aquí en su sano juicio, como dentro de un marco de imparcialidad pura, estaría en condiciones de negar que ya ese evento, desde hace bastante tiempo, perdió su esencia prístina, para convertirse luego en un negocio solapado, como en un espacio para los exhibicionismos corporales, y de exóticos vestuarios costosísimos; amén de un amplio escenario mercadológico para los patrocinadores del majestuoso acto, como de los mismos nominados, y de sus representantes designados, por extensión obvia. Ese fue un valioso espectáculo público, ideado para promover el arte nacional, representado en el nombre de doña Casandra, un importante ícono nuestro en el género artístico, inimitable podría decirse, además de honrar su memoria a través del mismo todos los años. Pero, eso se ha ido quedando muy atrás. Era la pretensión original del evento anual, estimular la calidad artística en el país. Y, más adelante, esa disposición se hizo extensiva hasta otras latitudes, con el otorgamiento de premios y reconocimientos a representantes extranjeros de la especie, lo cual evidentemente, le dio un mayor impacto y lucidez a las entregas de las distinciones. Sin embargo, con el paso de los años, el mismo ha venido perdiendo interés y credibilidad por parte no sólo de la población nacional, sino también de otros núcleos externos que participan dentro de esa área, debido a la cualquierización nominativa que para el evento anual se ha venido verificando en los últimos tiempos, premiando cosas que, lo que menos merecen ser consideradas es como “artistas”, en ninguna de las vertientes atribuibles, o facetas . Incluso, a gente con comportamientos públicos muy cuestionados, hasta con ribetes de orden judicial. Por lo que, muchos observadores expertos en la materia son de opinión que, para tales elecciones desde hace ya varios años, rigen propósitos muy particulares, e intereses comercializados, que distan bastante de la intención original de la iniciativa premiadora. Según consta en una reseña que aparece en uno de los medios locales (“Diario Libre”, del 6-8-12), con respecto a la decisión de retirar el nombre de doña Casandra Damirón de los premios que otorga todos los años Acroarte, por parte de los familiares de la misma, ellos obedece a que, “entre otras cosas, la huella de la gran interprete está ausente de la gala, “única gran recompensa que la familia recibía”. Esas otras cosas, posiblemente, se refieran a algo que fuera publicado en un periódico digital, La Nación Dominicana: “El ex presidente de la Asociación de Cronistas de Arte, Acroarte, Fausto Polanco, revelo que los familiares de la extinta folklorista Casandra Damiron en honor de quien se instituyeran los Premios Casandra, demandan le sean entregado el 25% de los fondos generados por el mercadeo de dicha premiacion”. Eso debe estar motivado, por el giro enteramente comercial de las casas disqueras representantes, y propagandístico de los patrocinadores, de que ha venido siendo objeto dicho acto, en vez de corresponderse con una real acción de reconocimiento a la clase artística nacional, y como honra póstuma a doña Cansandra, que eran las ideas originarias. Y si aquellos se están beneficiando, y sólo mercadeando con el nombre de su señora madre, de acuerdo con lo que se aprecia, y los familiares alegan, ¿por qué a sus hijos no les puede tocar algo? si en verdad es cierto, claro está, el reclamo del 25% señalado. Es muy lógico entender que, de haberle sido mantenido el objetivo original al evento reconocedor, y de honra a la memoria de ella, esos familiares no estuvieran reclamando nada en el orden económico, después de los tantos años de creación que tiene el ceremonial. Claro, y como era de esperarse, ante la precitada decisión, de inmediato tenían que aparecer las reacciones de personas ligadas al arte en el país, como los reclamos y alegatos de lo organizadores del certamen anual. “El premio seguirá llamándose Casandra”. “Yo voy a estar todo el tiempo al lado de la Asociación de Cronistas de Arte de la República Dominicana (Acroarte), porque ese premio pertenece a Acroarte. Ellos son los herederos de La Soberana”. Así se expresó el presidente fundador de la Asociación y de los premios Casandra, Carlos T. Martínez (Véase: “Diario Libre”, del 6-8-12, página 46). Pero además dejó entrever ese señor, la posibilidad de que eso tenga que ir a los tribunales de la República, para que sean estos los que decidan en torno al caso. Dijo en tal sentido: “Eso se va a ver muy lamentable, en los tribunales, porque da mucha lástima que 28 años después quieran sustraer esto a quien verdadera y realmente le corresponde, a Acroarte”. Lo más probable es que eso sea así; que la justicia nuestra tenga que intervenir en el asunto, y evacuar una sentencia sobre el particular de que se trata. Porque, si bien es cierto que el nombre los premios como tal le puede pertenecer a Acroarte, no es menos cierto que, el ingrediente “Casandra”, por lo esa señora significó para el país, es el que lo innegablemente le ha dado importancia a esa premiación desde sus inicios; y por derivación, el atractivo y el empuje promocional mercadológico que ha logrado. Obviamente, ya eso se desnaturalizó por completo. Y, se puede pensar que, las premiaciones y reconocimientos que se otorgan durante el acto no se corresponden con condiciones ni calidad artística alguna; por lo que tampoco, el nombre de la extinta dama está recibiendo la honra que merece. Y ese, es un derecho a defender que, ¡nadie le pude denegar a sus familiares!, principalmente a los descendientes. Ya que más bien, lo que se está reportando es todo lo contrario; un efecto inductor negativo, en término del estimulo necesario al desarrollo del talento joven nacional. Y ni hablar de homenaje alguno a doña Casandra, nominando y premiando cualquierizaciones en todos los sentidos. Luego, como lo que se percibe desde hace varios años es que, todo lo relativo a ese otrora loable acto, gira en torno a lo comercial, y a las propagandas mercadológicas; a los exhibicionismos desmedidos; al igual que, dejar al margen la esencia real de esa iniciativa, lo que ahora pretenden hacer los familiares de la “legendaria” artista, merece un análisis, y reflexión muy imparcial. En consecuencia, se podría concluir luego de, que la decisión de procurar el retirar el nombre de doña Casandra a esos galardones o distinciones, estaría más que justificada. Y, hasta la de exigir, en el caso de aceptar que se continúe utilizando bajo ese marco “desviatorio”, una retribución de orden económico, de acuerdo con lo se dice. www.RFCaminemos.WorldPress.com Autor: Rolando Fernández