Julio Vasquez.

Radio Renacer

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miércoles, 22 de diciembre de 2010

La Lectura del Dia.

Primera Lectura
1Sam 1, 24-28
Después que le hubo quitado el pecho, lo hizo subir junto con ella a la casa de Yavé en Silo; llevaba también un toro de tres años, una medida de harina y un cuero de vino. El niño era aún muy pequeño.
Sacrificaron el toro y llevaron el niño a Helí.
Ana le dijo: "Perdona, señor, tan cierto como que tú vives, señor, que yo soy la mujer que estuvo cerca de ti orándole a Yavé.
Yo rezaba por este niño y Yavé me concedió lo que le pedía.
Yo ahora se lo cedo a Yavé para el resto de sus días; él será donado a Yavé". Así fue como se quedó al servicio de Yavé.


Salmo
1Sam 2, 1; 4-5; 6-7; 8
R. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

EL CÁNTICO DE ANA Entonces Ana pronunció este cántico: "Mi corazón se alegra con Yavé, lleno de fuerza me siento con Yavé; ya puedo responder a mis enemigos porque me salvaste, y soy feliz.
R. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

Se hace trizas el arco del forzudo, pero de fuerza se ciñen los débiles. Los satisfechos trabajan por un pan, pero los hambrientos ahora descansan; la que era estéril tiene siete partos, otra, con muchos hijos, queda sola;
R. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

Yavé da muerte y vida, hace bajar al lugar de los muertos y hace que de allí vuelvan. Yavé empobrece y enriquece, El humilla, pero luego levanta.
R. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

Saca del polvo al pequeño y retira al pobre del estiércol para que se siente entre los grandes y para darle un trono de gloria. De Yavé son la tierra y sus columnas, sobre ellas el mundo estableció.
R. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador



Evangelio
Lc 1, 46-56
María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor,
y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,
porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz.
El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre!
Muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia.
Dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes.
Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su siervo, se acordó de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a sus descendientes para siempre.
María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa.