El cardenal Tarcisio Bertone, Camarlengo de la Iglesia católica, ha
concedido a La Razón su primera entrevista por escrito después de
hacerse efectiva la renuncia del Papa. Dice que en los siete años que ha
sido secretario de Estado de la Santa Sede ha vivido momentos «muy
alegres» y otros «más tristes», en los que ha sentido «que el mal en el
mundo es muy real y nos acecha a todos los hijos de Eva».
(Darío Menor/La Razón) Sobre el sucesor de Benedicto
XVI opina que deberá reunir dos elementos «imprescindibles». El primero
es que se trate de «un hombre espiritual, para que sea un instrumento
dócil en las manos de Dios, como vicario de Cristo en la Tierra». El
segundo, que tenga «el vigor y el empuje» que el ya obispo emérito de
Roma ha dicho que son necesarios «para llevar con mano firme el timón de
la Iglesia». Podrá así hacer frente a los desafíos que la Iglesia tiene
frente a ella, entre los que el secretario de Estado cita la necesidad
de que todos los católicos «descubran la riqueza» de la fe y las
«implicaciones concretas que el mensaje cristiano» tiene en todos los
aspectos de la vida.
Otro reto será lograr que «todas las instituciones de la Iglesia sean
capaces de comunicar el mensaje cristiano» y que ofrezcan un «motivo de
esperanza» para todas las personas. El último desafío es conseguir que
el mundo sea «un lugar más humano» y «más acogedor para todos»,
especialmente para los desfavorecidos.
Asegura el cardenal Bertone que está viviendo la renuncia del Santo
Padre como cualquier otro católico, «con una mezcla de pesar, por el
cariño que todos le tenemos, y de gran confianza en que su decisión es
lo mejor para la Iglesia». Benedicto XVI, dice, «se queda con nosotros»,
«no abandona la Iglesia» ni se «baja de la cruz».
–¿Cómo será recordado Benedicto XVI, como el Papa de la renuncia o por su magisterio?
Hay tantos motivos para recordar a Benedicto XVI: sus encíclicas, sus
libros sobre Jesús de Nazaret, su magisterio, sus viajes (quiero
recordar especialmente los tres que hizo a España: son ustedes unos
privilegiados), su atención a temas cruciales en la vida de la Iglesia,
como son la liturgia, la unidad de los cristianos, su capacidad de
diálogo con otras religiones. Son también memorables la claridad y la
decisión de las intervenciones contra la pedofilia y, en fin, su
relación especial con los sacerdotes y seminaristas... Y también será
recordado por su renuncia, que ha mostrado al mundo el abandono
sirviendo siempre a Dios de un Papa que a lo largo de toda su vida –y no
sólo como Pontífice – ha pretendido ser un siervo más en la viña del
Señor. Nos ha dejado muchas razones para recordarle con muchísimo
afecto, como han dicho los numerosos jóvenes entrevistados en los
últimos días por la Prensa.
–¿Cómo debería ser el perfil del nuevo obispo de Roma?
¿Cuáles deben ser los aspectos más importantes de su carácter, de su
formación, de su experiencia y de su religiosidad?
La próxima semana todos los cardenales nos reuniremos antes del
cónclave para estudiar precisamente eso: qué perfil de Romano Pontífice
es el que Dios quiere para la actual situación del mundo y de la
Iglesia. Hay elementos que son indispensables: que sea un hombre
espiritual, para que sea un instrumento dócil en las manos de Dios, como
vicario de Cristo en la Tierra; y que tenga el vigor y el empuje del
que ha hablado Benedicto XVI, para llevar con mano firme el timón de la
Iglesia.
–¿Qué retos más importantes deberá afrontar en el gobierno de la Iglesia?
Los desafíos más importantes que se presentarán ante el nuevo Papa
son constantes en la vida de la Iglesia: en primer lugar, que todos los
fieles, pastores y laicos, en sintonía con las enseñanzas del Concilio
Vaticano II, descubramos la riqueza de nuestra fe y las implicaciones
concretas que el mensaje cristiano ha de tener en nuestra vida personal,
familiar, social, profesional... Otro reto es que todas las
instituciones de la Iglesia sean capaces de comunicar el mensaje
cristiano y de ofrecer un motivo de esperanza para todas las personas a
las que sirven. Y, por último, que este mundo nuestro sea un lugar más
humano, más pacífico, más acogedor con todos, especialmente con los
pobres y con los últimos.
–¿Qué ha aprendido en los momentos difíciles como secretario
de Estado? ¿Ha tenido alguna crisis de fe durante su vida sacerdotal?
Como secretario de Estado he vivido momentos extraordinarios. Algunos
han sido muy alegres, sobre todo cuando uno ve la acción de Dios en las
personas, y que el Señor no se cansa de los defectos de los hombres, y
sigue ofreciéndonos su ayuda para ser felices. Otros en cambio son más
tristes, porque he notado que el mal en el mundo es muy real, y nos
acecha a todos los hijos de Eva. Pero he de agradecer a Dios que siempre
me ha manifestado cómo la Gracia abunda, y que el pecado nunca es la
última palabra, porque la Iglesia es de Dios, y Dios jamás la abandona,
como nos ha recordado el Papa Benedicto XVI. He de añadir, además, que
mi vocación y formación como hijo de Don Bosco me hace anteponer la
alegría y la esperanza en la experiencia cristiana.
–Después de tantos años junto al Santo Padre, antes y después
de su elección como Papa, ¿qué admira más de su personalidad? ¿Cómo ha
vivido, Eminencia, la renuncia?
viernes, 1 de marzo de 2013
Cardenal Bertone: «El nuevo Papa debe llevar con mano firme el timón de la Iglesia»
10:19 a. m.
INTERNACIONALES