El reciente nombramiento de Georg Gänswein el pasado 7 de diciembre como prefecto de la Casa Pontificia y arzobispo de Urbisaglia ha reforzado su imagen. Si en ese momento ya era considerado el hombre más poderoso del Vaticano, ahora su influencia es aún mayor con este premio a su fidelidad tras el escándalo Vatileaks, en que fue condenado Paolo Gabriele, mayordomo del papa, por el robo y publicación de documentos reservados. La aparición del secretario del Benedicto XVI en la portada de la edición italiana de Vanity Fair ha sido la comidilla de estos días en Italia. El título de la revista lo dice todo: «Ser guapo no es pecado». Ya en el 2005, a los pocos días de la elección de Ratzinger como papa, la prensa lo había bautizado como «el George Clooney del Vaticano» gracias a sus ojos azules y a su atractiva sonrisa. Una de las primeras personas en notar el atractivo del sacerdote fue la esposa del entonces presidente de Italia, Franca Ciampi, que durante la visita del papa al Quirinal piropeó al joven secretario.
Su relación con las mujeres
A sus 56 años, el padre Georg conserva un físico atlético y juvenil como resultado de su afición a los deportes. El tenis es uno de ellos y unas fotos en pantalón corto robadas hace algunos años en una pistas de un club romano fueron en su momento portada de las revistas del corazón italianas. En invierno le gusta escaparse algún martes, día libre de sus obligaciones con el papa, a las pistas de esquí cercanas a la capital donde pone en práctica la experiencia que adquirió en su juventud, cuando fue monitor de este deporte. Nacido en Waldshut, una pequeña localidad de la Selva Negra, Georg Gänswein es el mayor de los cinco hijos de un herrero y un ama de casa. De sus tiempos de adolescente ha contado que escuchaba a Cat Stevens, Pink Floyd y los Beatles y que llevaba el pelo largo, lo que no gustaba a su padre.
Tras un pasajero interés por convertirse en agente de Bolsa, el joven Georg decidió ingresar en el seminario. Aunque ha negado haber tenido novia, en una entrevista admitió que cuando era joven «había chicas que prefería», pero tan solo fueron «pequeñas, románticas amistades juveniles», asegurando haber mantenido siempre una relación «serena y natural con las mujeres». Desde el principio no faltaron las comparaciones entre el padre Georg y el Ralph de Bricassart interpretado por Richard Chamberlain en la serie de televisión Pájaro Espino que tanto escándalo suscitó en los ochenta. Pero la semejanza se limita solo a la imagen exterior, a su aspecto de cura guapo. Como explicó en una reciente entrevista, para él es importante que «no se quede todo en el aspecto exterior, sino que se tenga constancia de la sustancia que está bajo el envoltorio», aunque reconoció que los piropos «no es algo que haga daño». «Es más me halaga y además no es pecado», dijo. En aquella ocasión contó que de vez en cuando recibe cartas de amor. Que a las mujeres les gusta el padre Georg es algo bien notorio. Para muestra, los varios grupos presentes en Facebook donde se puede hacer un «me gusta» en el sencillo club de fans del Padre Georg, en el lanzado «Quitemos la túnica a padre Georg» o el más tranquilo «Padre Georg, si no fuera sacerdote?». También existe un sitio con su nombre: www.georgganswein.com, ue se puede consultar en inglés, alemán e italiano.
Ordenado sacerdote en 1984 y tras conseguir en Múnich la licenciatura en derecho canónico, George Gänswein se fue a Roma. En 1996 entró en la congregación para la doctrina de la fe al tiempo que enseñaba en la Pontificia Universidad della Santa Croce. Su actual cometido es delicado ya que tiene que «proteger al santo padre de una montaña de correspondencia, de papeles y burocracia», como explicó en una entrevista a Radio Vaticano. También está pendiente de Benedicto XVI en las ceremonias religiosas y ahora, desde su puesto de perfecto de la Casa Pontificia, será quien organice las audiencias papales.
Un papel decisivo
Un poder inmenso dentro del Vaticano aunque él ve su trabajo «como un cristal. Más limpio está, más alcanza el objetivo». «Tengo que dejar entrar el sol y cuanto menos se vea el cristal, mejor», dijo, añadiendo que cada día ofrece su ayuda al papa «con el corazón, el cerebro, el alma y todas mis fuerzas». Su papel en el escándalo Vatileaks fue decisivo y le ha hecho ganar la total confianza de Benedicto XVI. Fue el padre Georg quien descubrió que uno de los documentos publicados en el libro del periodista Gianluigi Nuzzi, Sua Santitá, solo podía haber salido del círculo más cercano al papa y recordó que el mayordomo Paolo Gabriele era el único que podía haberlo fotocopiado. Aunque en un primer momento hubo quien señaló al secretario como el culpable, las sospechas se abandonaron pronto ante la indiscutible fidelidad que Georg Gänswein siempre ha demostrado hacia Benedicto XVI. Con los últimos cargos afianza su poder dentro del Vaticano y seguramente cada vez veremos menos a su Clooney particular.