Hace unos días, estando con nuestros hermanos donde tratábamos el tema de los problemas, indiferencias y penalizaciones de los gobiernos sobre los envejecientes, uno de ellos nos puntualizó un agudo problema que siempre están confrontando esos ancianos que han superado más de los ochenta años y padecen de enfermedades incurables y Alzheimer, que generan altos costos para mantener el control de la misma.
Dichos envejecientes, muchos de los cuales han perdido hasta su memoria, desconocen los enormes gastos en que incurren para el control de su enfermedad, pero más displicente y abusivo es el sistema imperante que los gobiernos han dejado establecidos sobre los impuestos que debe honrar dicho anciano. ¿Conoce usted, amigo lector o lectora alguna medida tomada por el gobierno que beneficie al envejecientes y más aún cuando esté convaleciente de algún tipo de enfermedad?
¿Acaso es concebible que un envejeciente sin trabajo y excluido de edad productiva económicamente, que cuente con más de sesenta y cinco años y hasta puede sobrepasar los noventa años de edad y que producto de su enfermedad no sabe nada de nada, tenga que pagar impuestos sobre sus limitados ingresos con la posibilidad de que los mismos no sufragan la totalidad de los gastos en que incurre su familia para mantener el control de su enfermedad y hasta sus medios de vida?
Compartimos la opinión de que este tipo de inconveniente con los envejecientes, debe ser ponderado en busca de una rápida solución y que, el actual gobierno que ha dado señales de mejorar la situación de todo el pueblo dominicano, excluya definitivamente mediante la promulgación de una Ley, del pago de tributaciones que pudieran generar las inversiones que sean propiedad de los envejecientes y que producto de las mismas sirvan durante sus últimos años, para atender los requerimientos de sus enfermedades o para el mantenimiento de sus vidas. Pero ¿Qué será de aquellos que no tienen nada?
Particularmente consideramos que el Señor Danilo Medina, actual Presidente del país, máximo ejecutivo de la nación, hombre de sensibilidad humana, que la ha demostrado con su interés en atender los más necesitados. También ha tomado cartas en atender la formación de los menores de edad, en preparar a los mayores que desconocen la escritura y la lectura, en la equitativa distribución de las obras de ingeniería, sin desatender las actividades de los hombres del campo etc. Entonces, con toda seguridad, atenderá los justos reclamos sobre las actuales penalizaciones que están generando los gravámenes que pesan sobre los ingresos y propiedades de los envejecientes.
Señor Presidente, en sus manos está la solución a los problemas de los envejecientes. Disponga lo que nunca se ha hecho, ser más equitativo con los que por su elevada edad no disfrutan de ser personas económicamente activas y por consiguiente no generan ingresos sino por sus ahorros o inversiones realizadas, producto de sus ahorros durante su juventud, por su ejercicio profesional o actividades propias de su trabajo y que ya habían pagado impuestos. Contaremos con su buena voluntad y apoyo a nuestras formuladas inquietudes.