Un místico. Un hombre con una profunda espiritualidad y cercano a la gente. Pero también un hombre de gobierno, autónomo y que no rehúye a la toma de decisiones. Así describe al Papa Francisco el cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, arzobispo de Lima (Perú). En entrevista con el Vatican Insider analizó la elección del primer vicario de Cristo “venido del sur”.
¿Cómo se gestó la elección de este Papa latinoamericano?
Existía una gran inquietud entre los cardenales de que fuese el sucesor de Benedicto XVI fuese un latinoamericano, era una especie de idea que tenían incluso los cardenales estadounidenses. Se gestó entre ellos un sentimiento “anti-italiano” que no sé de dónde surgió ni lo comparto, pero este espíritu se extendió entre los mismos purpurados italianos. Eso y la cantidad de católicos de América Latina facilitó la búsqueda de un cardenal de esa región.
¿Por qué lo eligieron?
Él es un hombre de pocas palabras, destaca su sencillez y su profundidad espiritual. Todos descubriremos, poco a poco, su contemplación y su espíritu casi místico. Al mismo tiempo tiene una personalidad muy marcada, es un hombre de toma de decisiones, muy autónomo, de acción y muy austero, siempre le ha gustado lo esencial de la vida. Por esto creo que tomará decisiones, llevará a la Iglesia por el camino de la oración y simplificará, querrá proyectar una visión muy simple. Así es él y así va a ser. Esto en cuanto a los gestos, en lo que respecta a la doctrina tendremos un seguimiento de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
No creo, rezaremos para que no le tiemble el pulso. Tomará decisiones pero démosle tiempo, no va a hacer revoluciones.
Pero muchos lo ven como un “revolucionario”…
No hay que apropiarse del Papa en esquemas ideológicos, él los trasciende ampliamente. Él ha lanzado la idea de una Iglesia de los pobres y para los pobres, pero no se puede capturar eso en un marco ideológico de la teología de la liberación, por ejemplo. Eso sería empobrecer a un hombre con una enorme claridad de mente y cuyo amor a Cristo lo lleva a ir a las fuentes primeras del espíritu cristiano.
Algunos críticos ven en sus gestos un intento por “desacralizar” el papado, ¿es así?
No hay que confundir la naturalidad del Papa en el trato con la gente con su responsabilidad como vicario de Cristo. Creo que él tiene muy claro esos dos niveles distintos. Lo suyo no es desacralización, es sólo sencillez en algunos gestos. No resulta fácil ser atrapado por una serie de protocolos ante los cuales uno llega a decir: ¡no me quiten la libertad! Él es un hombre profundamente libre y con la ayuda de todos irá por el camino justo. A la gente también le gusta, junto a la cercanía y la acogida del Papa, el misterio del pontífice.
¿Su elección va a tener un impacto político en América Latina?
Él ya dijo a los periodistas que la misión de la Iglesia no es política. No hay duda que la Iglesia en Latinoamérica es parte de nuestra cultura, pero a veces se dan movimientos políticos que intentan separar esa maravillosa tradición. Son los políticos quienes, en ocasiones, buscan extraer la raíz católica de nuestros pueblos. La presencia del Papa nos debe llevar a una mayor responsabilidad y a una alegría por ver cómo los políticos ahora ven con respeto a este pontífice.
Cuando fue elegido Juan Pablo II su sola presencia causó temor en la clase política de Polonia. ¿En América Latina algunos personajes de alto nivel tendrán miedo ahora?
No le digamos a los políticos que tienen miedo. Más bien diría que hoy debemos defender ese suplemento de fe que existe en Latinoamérica y el Papa lo hará. Defenderá la familia, el matrimonio entre un hombre y una mujer, el derecho de la Iglesia a la educación en la fe. Fortalecerá esa reserva espiritual que es nuestra región ante las tendencias secularistas y hostiles, interesadas en el enfrentamiento. Él exige mucha coherencia: si tu rezas y crees en los sacramentos, ¿cómo puedes robar? ¿cómo puedes dejar a tu esposa, mentir, matar? Con enorme misericordia lo va a remarcar con un lenguaje directo y muy creíble.
¿Hará una gran gira por América Latina?
Por mi parte ya lo invité a Perú, aunque entiendo que no es tiempo para que me responda. Ahora, tras la semana santa, deberá armar su equipo y después decidirá si viajar. Lo que sí podemos decir todos es que esta elección inesperada pone sobre la mesa del mundo de hoy elementos nuevos: la autenticidad en la fe, la mística, el no tener temor. Con la ayuda de todos él será una bendición estupenda para la Iglesia, junto a la alegría propia latinoamericana está la responsabilidad para nosotros de ayudarlo en su misión.