Siempre que se pretenda torcer la verdad, manipular al hombre, y con ello irrespetar su dignidad e imponer la dictadura del relativismo, en esas circunstancias, alguien debe alzar la voz, y recordarnos que lo que verdaderamente realiza a la persona, es vivir y promover la verdad, la solidaridad, y el sentido honesto del trabajo.
Mons. Fausto Ramón Mejía Vallejo, obispo de San Francisco de Macorís y Gran Canciller de la Universidad Católica Nordestana, vertió sus palabras en ocasión de la sexagésima graduación de esa alta casa de estudios. 350 nuevos profesionales recibieron sus títulos, y todos esperamos que pongan sus conocimientos al servicio del bien común. La graduación se llevó a cabo en el Polideportivo, bendecido por Mons. Moya, obispo emérito de esa diócesis, y las palabras de apertura tuvieron a cargo del R.P. Dr. Alfredo de la Cruz Valdera, rector magnífico.
Los males sociales han producido un cáncer que ataca no solo a los de arriba, sino también a los de abajo: ricos y pobres, jóvenes y adultos, y tristemente a menores de edad.
Mons. Mejía, definió como un gran cáncer social: el deseo de lograr a como dé lugar el enriquecimiento ilícito, la búsqueda del dinero fácil, de las drogas, así como la creciente y galopante corrupción pública y privada, como norma de vida.
Hemos de buscar la manera para que con el concurso de todos, extirpemos el cáncer de la corrupción, del engaño, y del individualismo. Cruzarnos de brazos y cantar lamentaciones sería de cobardes; tomar conciencia, reflexionar y tomar decisiones, es de valientes.
Es una pena que por la ambición del dinero, el hombre haya decidido que su lema sea: la ley del menor esfuerzo y que el fin justica los medios.
El Padre José kentenich, fundador del movimiento de Schoenstatt, decía que: “Quien quiera conquistar los corazones, debe dar a cambio su propio corazón”. Es decir, que es indispensable la entrega genuina y sacrificada por aquello que aspiramos cambiar por el bien de la sociedad dominicana.
Nos hacen falta líderes comprometidos, éticos y morales. El mismo Padre kentenich, nos fórmula una de las características que ha de adornar a un líder: “Un líder debe ser una persona que está con la mano en el pulso del tiempo, y el oído en el corazón de Dios”.
En otras palabras, un líder debe conocer como marcha el mundo de hoy, de ahí que Mons. Mejía, como teólogo hace un gran llamado a los nuevos profesionales, argumentando lo que ha dicho el documento conclusivo de Aparecida: “…los cambios vertiginosos que experimenta el mundo y este es el segundo cambio de época o de civilización que se registra en la Era Cristiana. Todo cambio de época trae aparejado consigo inestabilidad, crisis, inseguridad y desconcierto, que hará que muchos queden atrapados y llevados por la corriente, si no son capaces de mantener una identidad y unos valores y principios que les sirvan de soportes y de guías para el diario accionar”.
Pero si el líder está identificado con Cristo, debe poner sus oídos en el corazón de Dios, o sea, ser un hombre de oración, allí el Altísimo le hablará para que pueda cumplir la voluntad de Dios.
Un líder no debe solo escucharse así mismo, y pronunciar palabras al aire, “quien no se domina en el hablar, jamás llegará a poseer un profundo espíritu de oración” (P. Kentenich). Felicitamos a los nuevos profesionales, a la UCNE, y su personal docente y administrativo.
Felipe de Jesús Colón Padilla.