Esta historia real aconteció en Calgary, ciudad de la provincia Alberta en Canadá. La joven madre miraba su niño de 6 años llegar al final de su lucha contra la leucemia. Tomándole las manos le preguntó si había pensado qué le gustaría ser cuando grande. --Bombero-- dijo sin dudarlo. --Pues con la ayuda de Papá Dios vamos a hacer ese sueño realidad. Fue al Cuerpo de Bomberos donde conoció a Bob, un voluntario con el corazón del tamaño de Canadá. Le explicó lo de Billy, preguntándole si sería posible darle un paseo en el carro de bomberos alrededor de la manzana. --Mire--le dijo Bob. Hagamos algo mejor. Téngame su niño listo pasado mañana a las siete y lo haremos bombero honorario por todo el día. Nos acompañará en las emergencias y será nuestro invitado de honor en el almuerzo. ¿Cuál es su talla? Le tendremos un auténtico uniforme, con su casco y medallón originales, su capa amarilla y sus botas de goma. Dicho y hecho. Recogieron a Billy en el hospital, vestido con su uniforme, lo montaron en el gigantesco carro de bomberos y de ahí al cuartel. En las tres llamadas de ese día participó Billy, radiante de felicidad, cada vez en un carro distinto, incluyendo el del jefe de bomberos. La televisión transmitió en vivo todos los acontecimientos. El gran amor y la atención de aquellos hombres permitió que Billy prolongara su vida unos tres meses más allá del pronóstico médico. La noche final, cuando sus signos vitales empezaron a descender dramáticamente, la jefa de enfermería avisó la familia. Recordando el día que Billy había sido bombero, les avisó a ver si algún bombero lo acompañaba en sus últimos momentos. --Haremos algo más que eso-contestó el jefe. Hágame un favor. Estaremos allá en cinco minutos. Cuando oiga las sirenas, avise por los altoparlantes que no se trata de un fuego, sino que estamos llegando a visitar uno de nuestros más importantes miembros. Y por favor nos abre la ventana de su habitación. Los bomberos colocaron la escalera justo hasta la ventana de Billy y 16 bomberos subieron a acompañarlo. Con permiso de su mamá, abrazaron al niño diciéndole cuanto lo querían. Apenas sin aliento, Billy miró al jefe y le dijo, “Jefe, ¿ya yo soy bombero?” --Así es, Billy. Y el Jefe Principal de los Bomberos, el Señor Jesús, tiene tus manos en Sus manos. Al oír esas palabras, Billy sonrió y dijo: -- Sí, lo se, Él ha estado agarrando mis manos todo el día mientras los ángeles cantaban-y diciendo esto cerró sus ojos por última vez. Afirma San Agustín que amando al prójimo y preocupándonos por él, progresamos sin duda en nuestro caminar. Y ¿hacia donde avanzamos por este camino sino hacia el Señor nuestro Dios, hacia Aquel a quien debemos amar con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente? Aún no hemos llegado hasta el Señor, pero al prójimo lo tenemos ya con nosotros. Preocupémonos, pues, de aquel que tenemos a nuestro lado mientras caminamos por este mundo, y llegaremos a Aquel con quien deseamos permanecer eternamente. Y es que quien no ama al prójimo, no ama a Dios. ¿Tendremos algún Billy cercano a nosotros, necesitado de nuestro amor? Bendiciones y paz.
Juan Rafael -Johnny- Pacheco.