Julio Vasquez.

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sábado, 4 de diciembre de 2010

A la memoria del noble amigo Freddy Beras Goico


A la memoria del noble amigo Freddy Beras Goico





Las noticias desconciertan. Las informaciones combinan la sorpresa con el escándalo, sin poder dejar a un lado el alto grado de confusión imperante en casi todas partes. Se trata ahora del caso de “los secretos” de WikiLeaks.



Frank J. Díaz Pou se refería al asunto, salvando distancias, como “versión cibernética” del famoso “Telegrama de Zimmermann”, el cual conmovió los estamentos de poder y la diplomacia norteamericana en 1917. El Secretario de Asuntos Exteriores del Imperio Alemán, Arthur Zimmermann envió un telegrama a su embajador en México Heinrich von Eckardt ordenándole acercarse a la administración mexicana con una propuesta de alianza contra su vecino del norte. Esa información llegó a manos británicas y contribuyó a crear el ambiente que condujo a la entrada norteamericana en la Guerra Europea.

Independientemente de consecuencias conocidas o exageradas, el “Telegrama de Zimmermann” contribuyó a crear más confusión y a incitar a EU a incrementar su presencia e influencia en la América Latina en un período caracterizado, entre otras acciones, por ocupaciones e intervenciones estadounidenses en Haití, República Dominicana, México, Nicaragua y otras naciones, sin olvidar la Cuba del período de gobierno del general Mario García Menocal. Ese presidente cubano, para mantenerse en el poder ante la insurrección liberal de ese mismo año 1917, se apoyó en el ministro estadounidense en La Habana, el cubanoamericano William Elliot González, hijo del cubano Ambrosio José González y de una miembro de la familia Elliot, propietaria del influyente diario sureño “The States”. Después del famoso telegrama se intercambiaban las sospechas sobre intentos alemanes por posicionarse en la región.

Dando un salto en el tiempo, los datos que se extraen de los cables diplomáticos que ha publicado WikiLeaks crean no sólo preocupación sino también un alto grado de confusión no sólo en cuanto a situaciones del Medio Oriente sino en relación a la Venezuela de Chávez y la Cuba de la familia Castro. Pero es demasiado temprano para interpretar todos los datos, algunos de los cuales son reflejo de prácticas comunes en círculos políticos, económicos y sobre todo diplomáticos, y muchos menos es esta la hora indicada para hacer predicciones sobre futuros acontecimientos que pudieran surgir como consecuencia de tanta información difundida.

El tema de nuestro tiempo, frase extraída del título de una obra famosa de las primeras décadas del pasado siglo XX, tiene mucho que ver con lo anterior, agravado por la gigantesca confusión que crean los nuevos recursos a disposición de los medios de comunicación social, y también por la falta de inspiración proveniente de los líderes nacionales y de la sociedad civil en la mayoría de los países y en los círculos internacionales. Aunque quizás esta opinión tenga algo que ver con la condición de sexagenario que hemos alcanzado personalmente, no es fácil encontrar personas que puedan alentarnos hoy en los círculos políticos de este período histórico.

Un rápido repaso de las noticias del 2010 revela, en cuanto a gobiernos y partidos, que prevalece en ese entorno el voto negativo y la tendencia a la oposición permanente. Es una crisis de líderes y programas partidistas, y la gente no encuentra inspiración en la gran mayoría de los que conducen sus destinos. En nuestros países, cuyos pueblos se entusiasmaban con caudillos y políticos, la simpatía por tales personajes, a veces respetables, ya que toda regla tiene excepción,

sólo dura mientras pertenecen a la oposición o al inicio de su gestión de gobierno. Los contemporáneos buscan inspiración y la necesitan cada día más. El mundo se conmovió con el bello ejemplo de la religiosa católica Teresa de Calcuta, por citar un caso importante. Pero también se presta atención a ciertos comentaristas alucinantes, de izquierda o de derecha, cuya cultura no va más allá de lecturas de las historietas de Mandrake el Mago. Son voceros que contribuyen a confundir, como algunos actores y actrices que apelan a la lujuria y las malas costumbres. Los malos ejemplos abundan en la política, el arte, la religión, los deportes, etc.

En medio de tantos acontecimientos confusos, profusos y difusos, y de personajes exaltados sin motivo, así como de escándalos sin límite, sucedió algo que nos hizo recordar que en este mundo tan distinto y a la vez tan parecido al de otras épocas, existen valores que sobreviven a los cambios, los escándalos y las confusiones. En Nueva York falleció hace unos días el notable publicista, productor de televisión y radio, animador y humorista dominicano Freddy Beras Goico. Su muerte se convirtió en duelo nacional. Era un hombre bueno que supo prodigarse a favor del prójimo y contribuir en la medida de sus fuerzas a alegrar la vida de aquellos que disfrutaron de sus programas y se beneficiaron de su generosidad casi sin límites.

En el Parque Duarte de la ciudad de Miami, se dieron cita organizaciones como la Casa Cultural Domínico-Americana, Viernes Culturales Dominicanos, la Universidad del Caribe y otras, con la presencia siempre grata del Cónsul Manuel Almánzar, para honrar la memoria de Freddy. Considero un honor el haber podido dirigirme a aquella digna concurrencia, emocionada ante el recuerdo de quien supo honrar a Dios, la Patria y la humanidad. Firme creyente en las doctrinas enseñadas por Jesús de Nazaret, Freddy frecuentaba la iglesia evangélica a la cual asiste su amigo el cantante Juan Luis Guerra. Solidario con católicos y protestantes, y con todos sus compatriotas y los amigos de su país, el gran humorista sabía inspirar con oportunas referencias a Dios, al amor, al perdón, a la unidad de su pueblo y de la humanidad. A nadie extrañó que el entierro de Freddy en su amada Santo Domingo, constituyera una de las mayores manifestaciones de duelo en la patria de los Henríquez Carvajal y los Henríquez Ureña.

En Cotuí, el viejo amigo Daniel Efraín Raimundo, a quien agradecemos haber conocido hace décadas a quien consideramos como un hermano, José Rafael Vargas, decía en la radio lo siguiente: “De Freddy Beras Goico se ha podido hablar de galanura, de desprendimiento y hasta de defectos con amor”. Y evocaba al Seybo, tierra de Freddy y de muchos próceres, comparando al actor con los grandes de la patria. Freddy Beras Goico fue un personaje grande de la amistad y el amor fraternal. Y emocionaron las palabras dedicadas a la vida de Freddy por la admirada Alicia Ortega en Televisión Dominicana. Gracias a doña Alicia y a los artículos del amigo y hermano Miguel Guerrero es que nos mantenemos al día sobre el acontecer quisqueyano.

En este mundo de Internet y WikiLeaks, de escándalos magnificados por los medios, de políticos que decepcionan (no todos ellos, gracias sean dadas a Dios), de inmoralidad en los espectáculos, de apelaciones al odio, la división, el sectarismo y la intolerancia, podemos sentir un alto grado de inspiración simplemente al mencionar el nombre de un hombre imperfecto, como todos nosotros, pero eminentemente noble y siempre bien intencionado. Amigo Freddy Beras Goico, nos inclinamos respetuosamente ante tu memoria y ejemplo, los cuales constituyen sin duda un tesoro en el recuerdo emocionado de todos los dominicanos. (FIN)