Julio Vasquez.

Radio Renacer

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martes, 15 de octubre de 2013

El próximo desorden mundial


Desde 1648, con los Tratados de Munstruck y de Osnabruck, base de la llamada Paz de Westfalia, los entendidos en la historia han considerado que surgió el primer orden mundial. Surgió el Estado Nación, nuevas y más fuertes soberanías en Europa y se puso fin a la beligerancia entre los Católicos representados por el Papado y los países de Fe Protestante. Fue una paz negociada, donde el elemento religioso tuvo una participación preponderante.
Salvadas las distancias y toda la sangre que ha corrido en el siglo XX considerado con justicia como el más sangriento de la historia, este orden mundial que vivimos está llamado, tal vez, a ser el más breve de la historia. Nació en realidad en 1991, aunque se gestó en los cambios mundiales de los meses finales de 1989: Caída del Muro de Berlín, como símbolo de la diatriba ideológica, Glasnot, Perestroika, e implosión del bloque llamado Unión Soviética.
Este actual orden global, de manifiesta dominación y preponderancia estadounidense, fue anunciado en rueda de prensa en los jardines de la Casa Blanca por el Presidente Busch padre, en 1991. Decimos que será acaso el más corto de la historia, porque es atípico y totalmente diferente a los anteriores: Uno, es el orden de la Era las tecnologías de la información y de la comunicación, TIC’s, y dos, es el estado mundial de cosas que comenzó precedido por la única y tal vez irrepetible, supremacía global de una nación del hemisferio occidental; aunque no durara mucho y nuevos actores juegan al poder e intervienen e influyen en los asuntos mundiales, mientras que Estados Unidos pierde aceleradamente su poder e influencia, quedándole un solo poder indiscutible, el poderío militar.
Otro signo de los tiempos es que en este orden actual, manda y comanda la economía de mercado, el Capitalismo salvaje, que reza: “Mientras más cosas compres tendrás mayor felicidad”, así se adoctrina al consumidor adocenado, cautivo y manipulable.
Pero este orden mundial, este estado de cosas global, aparentemente está tocando a su fin. Los modelos económicos, los mercados, el estilo de vida consumista, las instituciones democráticas, los organismos internacionales, las organizaciones no gubernamentales, el Vaticano, el comercio exterior y todas las manifestaciones y estructuras de poder están seriamente cuestionadas, erosionadas y en crisis; esto podría dar paso a una nueva era post globalización que, como todos los órdenes que hemos tenido hasta el momento, conservará intactos o trastocados e integrados a todo lo nuevo que pueda traer, algunos elementos o partes del modelo mundial anterior que está llamado a sustituir o reemplazar.
El actual cierre o “shutdown” del Gobierno de los Estados Unidos es el síntoma o indicador más decisivo de este estado de cosas. En estas mismas semanas se están registrando procesos de cambios mundiales y estremecimientos, cólicos y flatulencias en los intestinos del poder global, que tal vez anuncien el desplome de la civilización occidental, de este modelo económico, de la era pos capitalista, trayendo, por generación espontánea y natural de la máquina de la Historia, un nuevo orden; o desorden, mundial.
El mismo Presidente Barack Obama acaba de advertirle al mundo del alcance del impacto que tendrá y ya está teniendo en las principales economías mundiales y por reflejo en las demás; de cómo el dólar podría desplomarse, las demás monedas perderían su valor, la confianza, base del ahorro y la inversión, sea nacional o extranjera sería seriamente dañada, se desplomarían las bolsas de valores y todo el sistema financiero, monetario y comercial se vendría al suelo, con unas implicaciones mucho más fuertes y demoledoras que la crisis de la gran depresión de 1929. En fin, todo este escenario apocalíptico de las economías mundiales en desbandada, presentado con el fondo musical de tambores de guerra.
Cuando Estados Unidos toque fondo -ya que no hay forma de detener su caída – arrastrará consigo a todos o a casi todos los mercados y economías mundiales, incluso tal vez a China, aunque parece ser la menos vulnerable de todas, gracias a las características que reúne, (y está estudiando el proceso que se avecina hace años), aunque sería afectada por el no pago de las deudas que tienen con ella muchas naciones del mundo, incluso los estadounidenses.
Esta situación tal vez provoque una guerra global, entre bloques de poder, junto a estremecedores y dramáticos cambios jamás vistos en la historia de la humanidad, y una nueva idea de soberanía, Estado y Gobierno globales, tal vez el último orden mundial de la historia.
En el no habrá más soberanía ni ciudadanía que la global, no habrá frontera alguna, los Primeros Ministros y Presidentes serán simples administradores de la cosa global, respondiendo a un mando global único, una sola moneda, un solo sistema financiero, una sola ley internacional con jurisdicción mundial, una sola Constitución política, una sola economía y una sola administración de los recursos naturales o comodities globales, y, peligrosamente, de seguro, una sola religión confesional.
Este cierre que aparenta ser, visto de manera superficial, como el fruto de un desacuerdo entre los Partidos Demócrata y Republicano, es el mayor y mejor indicador del colapso del actual sistema, pero es además, el síntoma más determinante que da pie a la oportunidad del establecimiento de un nuevo orden global; entre ambos puntos, la caída y el nuevo orden, debe colocarse a modo de purga, la gran conflagración mundial que describimos anteriormente. Deseamos fervientemente no tener razón en este análisis de la situación mundial.

Lic. Damian Arias Matos.
ariasmatos@gmail.com