Julio Vasquez.

Radio Renacer

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sábado, 19 de octubre de 2013

Las religiones no católicas son consideradas como sectas

El pentecostalismo nace a principios de siglo en distintos sitios del mundo; con el minero Evan Roberts en el país de Gales (1904); en Topeka (Kansas, USA) con el pastor metodista Carlos Parham, en 1900; en Noruega con el pastor Barrat (1906). Pero es una vieja iglesia metodista de Los Ángeles (USA) en la calle Azusa 132 la que es considerada como la cuna del movimiento pentecostal internacional. Había sido alquilada por el predicador negro W. J. Seymour (1906) y en ella, durante tres años, hubo reuniones diarias de oración con profecía, hablar en lenguas y curaciones.
El movimiento pentecostal surge como una respuesta a un anhelo de pastores y fieles de algunas iglesias tradicionales (la metodista en concreto) de que en la Iglesia se renueve Pentecostés, que un nuevo fuego caiga sobre las iglesias frías.
El fenómeno pentecostal
De entre todos los grupos cristianos los que más rápidamente están creciendo en el mundo son los pentecostales. El pentecostalismo (protestante) está en auge particularmente en América Latina. Su crecimiento en la región supera con mucho el de todas las iglesias y grupos protestantes juntos. Más del 63 por ciento de todos los protestantes (evangélicos) de América Latina son pentecostales. Y lo curioso es que los misioneros pentecostales en nuestro continente no llegan al 10 por ciento de todos los misioneros protestantes, mientras sus miembros rebasan el 63 por ciento.
Hay muchas razones por las que nuestra gente latinoamericana se siente a gusto en las reuniones pentecostales: la alegría, espontaneidad, los cantos, participación activa de todos, curación, fraternidad, corresponsabilidad. Las iglesias o grupos pentecostales que más han crecido han sido los que menos han dependido del exterior.
Al estudiar el pentecostalismo resaltan dos características suyas fundamentales: "Su oposición apasionada a la Iglesia Católica y su oposición sorda a la sociedad civil, oposición que se concreta en el rechazo de la participación política.
Estas dos características se dan también, generalmente, en nuestro país, aunque en otras partes vemos que se están abriendo más hacia sus hermanos cristianos de otras iglesias, empiezan a colaborar con ellas y aun aceptan, "a regañadientes" en un principio, el movimiento carismático de la Iglesia católica.
Con mucha frecuencia nos codeamos con los pentecostales y los católicos carismáticos deben, en particular, relacionarse con ellos con mayor frecuencia. Por ello es importante que tengamos ideas claras sobre ellos y que no nos desorienten algunos de sus comportamientos religiosos, tan parecidos a los de la Renovación Católica Carismática.
Un poco de historia
Un teólogo protestante, no pentecostal, ha escrito: "Los pentecostales, con todas sus faltas, forman un cuerpo de cristianos que han buscado dar su sitio al Espíritu Santo en la Iglesia, el Cuerpo de Cristo. Ha habido entre ellos mucho fanatismo y han cometido grandes excesos. Pero su éxito, sobre todo en el campo misional, se debe principalmente a la acción del Espíritu. En nuestras iglesias hemos encerrado al Espíritu Santo. Los pentecostales nos enseñan a ir a las fuentes de la primera Iglesia y ver las cosas como en el principio.
Acentúan particularmente el bautismo en el Espíritu Santo, la curación divina, y algunos grupos la concepción milenarista de la segunda venida del Señor. El bautismo en el Espíritu Santo es necesario para la plenitud de la vida cristiana. Si el bautismo de agua (por inmersión) lleva a un nuevo nacimiento, la santificación perfecta llega por la recepción del Espíritu. Este se manifiesta exteriormente por los carismas, entre los cuales son considerados unánimemente como necesarios el hablar en lenguas extrañas y la curación de los enfermos por la imposición de manos y la oración.
El Pentecostés narrado en el Nuevo Testamento se repite hoy. Un desbordamiento de gozo hace que el hombre alabe a Dios en lenguas extrañas y el milagro sigue siendo hoy actual.
Para muchos de ellos (Asamblea de Dios) el hablar en lenguas es señal de haber recibido el bautismo del Espíritu Santo. De todas formas, el bautismo en el Espíritu Santo se presenta como una fuerte experiencia de la presencia actuante del Espíritu en las comunidades y en los miembros que lo reciben.
Un pastor pentecostal francés define así al pentecostalismo: "En lo que concierne a la salvación por la justificación por la fe somos luteranos. Por el bautismo por inmersión somos bautistas. En cuanto a la santificación somos metodistas. Por la agresividad en la evangelización somos como el Ejército de Salvación. Pero en lo que toca al bautismo del Espíritu Santo somos pentecostales”.
Para mayor claridad
Copiamos la definición teológica de las Asambleas de Dios en su Declaración de Fe de algunos temas básicos que nos atañen:
Bautismo de agua: La ordenación del bautismo como una sepultura de Cristo deberá ser observada como ordenada por las Escrituras para todos los corazones en Cristo como Salvador y Señor. Al hacer esto ellos han lavado su cuerpo en el agua pura como un símbolo externo de purificación, mientras su corazón ha sido ya purificado con la sangre de Cristo como una purificación interior.
La Cena del Señor: La Cena del Señor, que consiste en dos elementos, el pan y el fruto de la uva, es el símbolo que expresa nuestra participación de la divina naturaleza de nuestro Señor Jesucristo (2 Pedro 1,4); un memorial de su sufrimiento y muerte (1 Cor 11,26) y una profecía de su segunda venida (1 Cor. 11,26) y está recomendada a los fieles "hasta que El venga''.
La Promesa del Padre: Todos los creyentes están capacitados y deberían esperar con ardor y buscar con diligencia la Promesa del Padre, el bautismo en el Espíritu Santo y fuego, según el mandato de Nuestro Señor Jesucristo. Esta era la normal experiencia de cada uno en la primera Iglesia. Con ella viene la capacitación en poder para la vida y el servicio, la recepción de los dones y su uso en la obra del ministerio. Esta maravillosa experiencia es distinta y subsecuente a la experiencia del nuevo nacimiento.