Indicaciones para seguir a Jesús: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”. Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?”Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco
No podemos pensar en la vida cristiana fuera de este camino. Existe siempre este camino que Él hizo primero: el camino de la humildad, también el camino de la humillación a sí mismo, para luego resurgir. Este es el camino. El estilo cristiano, sin cruz no es cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana. El estilo cristiano toma la cruz con Jesús y va adelante. No sin cruz, no sin Jesús.
Jesús dio el ejemplo y, siendo Dios, se humilló a sí mismo, se hizo siervo por todos nosotros.
Y este estilo nos salvará, nos dará alegría y nos hará fecundos, porque este camino de humillarse a sí mismo es para dar vida, está en contra del camino del egoísmo, de ser apegado a todos los bienes sólo para mí … Este camino está abierto a los demás, porque aquel camino que ha hecho Jesús, de humillación, aquel camino ha sido hecho para dar vida. El estilo cristiano es precisamente este estilo de humildad, de docilidad, de mansedumbre.
Quien quiera salvar la propia vida, la perderá – repite Jesús – porque si el grano no muere, no puede dar fruto. Y esto, con alegría, porque la alegría nos la da Él mismo.
Seguir a Jesús es alegría, pero seguir a Jesús con el estilo de Jesús, no con el estilo del mundo. Seguir el estilo cristiano significa recorrer el camino del Señor, cada uno como pueda, para dar vida a los demás, no para dar vida a sí mismo. Es el espíritu de la generosidad. Nuestro egoísmo nos empuja a querer parecer importantes ante los demás. En cambio, el libro de la Imitación de Cristo nos da un consejo bellísimo: “Ama no ser conocido y ser juzgado como nada”. Es la humildad cristiana, aquello que Jesús fue el primero en practicar.
Y esta es nuestra alegría, y esta es nuestra fecundidad: ir con Jesús. Otras alegrías no son fecundas; sólo piensan – como dice el Señor – en ganar el mundo entero, pero al final pierden y arruinan la vida.
Al inicio de la Cuaresma pidamos al Señor que nos enseñe un poco este estilo cristiano de servicio, de alegría, de humillación de nosotros mismos y de fecundidad con Él, como Él la quiere. (Homilía en Santa Marta, 06 de Marzo de 2014)
Diálogo con Jesús
Mi Dios, mi Salvador, Tú eres mi amigo incondicional, te doy gracias por mostrarme tu poder a lo largo de toda mi vida y enseñarme que contigo todo es posible, toda situación difícil puede ser superada, todo desafío puede ser logrado. Tengo fijado un plan para esta Cuaresma, y espero en que con tu gracia y tu ayuda pueda cumplirlo, porque es un plan que quiero realizar en toda mi vida: amarte y seguirte, negándome a mis egoísmos, a mis vanidades y apegos, a mi limitada razón que siempre busca una forma de “lógica” de explicar los milagros que a diario me regalas. Libérame de toda circunstancia que trate de separarme de tu amor y de tu amistad. Quiero cargar con alegría las cruces que vivo porque sé que mediante ellas Tú irás transformando mi corazón. Mi Señor, te seguiré por este desierto aunque todo me cueste, puede que sean duras las pruebas que tenga que soportar, pero con tu fuerza y los dones que has sembrado en mí, podré salir triunfante en estas nuevas batallas y así romper con todo lo que me ata a un mundo gris y sin sentido. Cuento con tu compañía y con el poder misericordioso de tu Cruz que todo lo transforma, que todo lo vuelve amor. Te amo y confío en Ti. Amén
Propósito para hoy:
Leer y reflexionar sobre un pasaje del Evangelio que haga referencia a la Pasión de Jesús, para conocer más de su humildad. (Sugerencia: Lucas 22,39-46)
Reflexionemos juntos esta frase:
“No perdamos nunca la esperanza. Dios nos colma con su gracia si la pedimos con perseverancia” (Papa Francisco)
Evangelio según San Lucas 9,22-25