El primer Santuario que existió en América es el de Nuestra Señora de Altagracia, situado en Villa Higuey, en la antigua “Isla Española”, hoy República Dominicana. País donde se plantó la primera cruz, se celebró la primera misa, se rezó el primer avemaría y de donde partió la fe a las islas cercanas y luego a toda América.
La versión más conocida de cómo surgió esta devoción es que, la hija de un colonizador le pidió a su padre que le consiguiera una imagen de la Virgen de Altagracia. El hombre se sorprendió, pues no había escuchado de esa advocación, luego de buscarla sin resultados y ya de regreso de su viaje por la isla y desanimado al no encontrar la imagen se alojó en la casa de un amigo. Allí, otro visitante al oír su inquietud, le dijo que él tenía la imagen y se la ofreció. En ella se ve a la Virgen María adorando al Niño Jesús, recostado en una cuna a sus pies y a San José al fondo.
Numerosos milagros fueron atribuidos a esta Virgen y comenzó su devoción en un santuario de paja. Don Simón de Bolívar, antecesor del Libertador, al ver la devoción de la gente, pidió ayuda al Rey para terminar la iglesia. En un principio la fiesta de la Virgen se celebraba el 15 de Agosto, pero el 21 de Enero de 1689 ocurrió que Francia intentó tomar control de la Española. Los nativos se opusieron, dando lugar a una batalla que se libró en Sabana de la Limonade.
Los Higueyanos participaron en la batalla y ofrecieron celebrar a la Virgen en recuerdo de esa fecha si ganaban y llevaron en memoria una espada al santuario. Desde entonces la fiesta es observada el 21 de Enero.
Pablo Dante Perleche