Monseñor
Francisco José Arnaiz, sacerdote jesuita (S.J.) aunque nació el 9 de marzo de
1925 en Bilbao (España), es uno de los hijos más preclaros de República
Dominicana, país al que arribó en 1961 y que, además de concederle la bien
ganada ciudadanía, ha sido beneficiado durante casi 50 años por la labor de
quien ha sido un ejemplo de sacerdote, maestro, pastor, intelectual, escritor,
orientador y amigo.
Da la
impresión que Arnaiz nació siendo jesuita, pues ingresó a la Compañía de Jesús
el 30 de mayo de 1941, es decir, que de sus 85 años de edad 69, un poco más del
81%, ha pertenecido y servido con entusiasmo y lealtad a la institución que
fundara San Ignacio de Loyola. Como buen hijo ignaciano adquirió una sólida
formación intelectual y académica habiendo obtenido los títulos de: Licenciatura
en Humanidades (La Habana, Cuba); Licenciatura en Filosofía (Pontificia
Universidad de Comillas, España); Doctorado en Teología (Universidad Gregoriana,
Roma), y Especialización en Psicología y Psiquiatría y en Espiritualidad
Ignaciana.
Juventud
Desde muy
joven, Arnaiz ha ocupado importantes cargos, entre los que se destacan: 1949-52
Formador y Profesor en el Seminario de San Ildefonso (Aibonito, Puerto Rico);
1959-61 Rector del Noviciado-Juniorado “San Estanislao de Kostka” (La Habana y
Director de la Casa de Ejercicios San Ignacio de Loyola (La Habana); 1962-64
Fundador y Director del Centro de Información y Acción Social (CIAS) de Santo
Domingo, Fundador del Centro de Formación y Acción Agraria (CEFASA) y Asesor de
la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC) y de la Federación de
Ligas Agrarias Cristianas (FEDELAC); 1964-75 Rector del Seminario Pontificio
Santo Tomás de Aquino, Santo Domingo, República Dominicana; 1975-2002 Secretario
General de la Conferencia del Episcopado Dominicano, Delegado de la Conferencia
del Episcopado Dominicano a todos los diálogos sociales y Presidente de la
Comisión Doctrinal; 1988 Obispo Auxiliar de Santo Domingo, Vicario Episcopal
para la Universidad Católica Santo Domingo; 1990- 95 Presidente del Departamento
de Vida Consagrada del CELAM, Presidente de la ADAA (Asociación Dominicana de
Autoevaluación y Acreditación) de las Universidades Privadas y Encargado de la
Cátedra Beras de la PUCMM. Como obispo le fue aceptada su renuncia en julio de
2002.
Educador
Una de las
facetas más relevantes de monseñor Arnaiz es su ejercicio magisterial para cuya
tarea ha estado dotado de verdadera vocación, admirables virtudes y enormes
capacidades que asombran por su diversidad y por la solidez de los contenidos
enseñados. A lo largo de su fructífera existencia, Arnaiz ha enseñado a nivel
secundario y preuniversitario: Humanidades Clásicas Retórica, Latín y Griego,
Literatura Universal, Literatura Latinoamericana, Arte, Física y Química,
Mineralogía. A nivel superior (universitario): Teología sistemática (Trinidad,
Cristología, Tratado de Gracia, Escatología, Mariología), Antropología Física y
Cultural, Historia de la Iglesia, Psiquiatría y Psicología Clínica, Sociología,
Doctrina Social de la Iglesia y Pastoral.
Orgullo para la
iglesia
La Iglesia
Católica dominicana debe sentirse orgullosa de contar con los servicios de una
figura de tanto talento y capacidad de trabajo como Francisco José Arnaiz, S.J.
Por eso no es de
extrañar que en su vida de sacerdote y obispo haya asistido a las sesiones del
Concilio Vaticano II como teólogo de Monseñor Octavio A. Beras, entonces
Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo y posteriormente primer Cardenal en
nuestra historia, a los seis primeros Sínodos Mundiales de Obispos, y como
Delegado de la Conferencia del Episcopado Dominicano a los dos últimos (sobre la
formación de los futuros sacerdotes y sobre la Vida Consagrada); como teólogo
del CELAM a la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Puebla),
como miembro a la IV Conferencia en Santo Domingo y como Presidente del
Departamento de vida consagrada del CELAM, y como ponente a diversos Congresos
Mundiales y semanas de estudio de Sociología, Teología y de Ejercicios
Espirituales de San Ignacio.
En su calidad
de docente se ha preocupado no sólo de la cátedra o del trabajo estrictamente
pastoral sino que se ha prestado su atención durante décadas a fungir de eficaz
orientador social como lo demuestran sus libros y su columna en el periódico
Listín Diario.
Escritor
La lucidez de
su pensamiento ha quedado plasmada en sus cerca de 20 libros, entre los cuales
se destacan: Dinámica egocéntrica, 1967; María Sponsa Spiritus Sancti, 1967; Los
Ejercicios Espirituales para el hombre de hoy, 1973; Datos y Análisis para la
Historia, 1981; Albores de la fe, 1989; San Ignacio de Loyola por dentro, 1991;
Más luces que sombras, 1989; Bitácoras, yelmos y cruces, 1992; Catecismo y
catecismos, 1993; el Cardenal Beras Rojas, 1994; Jesús de Nazareth, 1996;
Lecturas Pascuales, 1997; San Ignacio de Loyola, maestro de la vida en el
Espíritu, 2001; El Celibato, 2003; Fisonomía de Cristo, 205, y La madurez de los
pueblos exige tiempo, 2006.
Como
columnista del Listín Diario, decano de los periódicos dominicanos, empezó a
colaborar en diciembre de 1966, primero en el Suplemento Sabatino y después en
la página de opinión de la edición sabatina, cuando fue suprimido el Suplemento.
La columna lleva el
título de “Pensamiento y vida” por tocar temas teológicos, filosóficos o
culturales o hacer comentarios sobre la vida nacional. De diciembre de 1966 al
día de hoy ha escrito en dicho medio informativo más de 1,650 artículos.
Reconocimientos
Por todos sus
méritos y servicios al país ha recibido las siguientes condecoraciones: “Pro
Ecclesia et Pontífice” (Santa Sede); “Medalla del mérito de la Emigración”
(España); Doctorado Honoris Causa por UTESA (Santo Domingo); Doctorado Honoris
Causa por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra; Condecoración
Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Gran Oficial, y Gran condecoración de la
Orden de Malta. Mons. Francisco José Arnaiz, S.J. es querido y admirado por toda
la sociedad porque, entre otras razones, es un auténtico maestro y un ciudadano
ejemplar. Así también lo fueron, en sus respectivas épocas, Eugenio María de
Hostos, Pedro Henríquez Ureña y Ercilia Pepín, por solo citar tres figuras
emblemáticas en el campo educativo. De ahí que, como expresara el 20 de abril de
1999 en ocasión de la presentación de su obra Palabras breves y palabras largas,
reitero que “nuestro país necesita, para crecer como tal, muchos Arnaiz.
Hombres que
con sus vidas y sus palabras se conviertan en ejemplos a imitar y desempeñen,
siendo excepcionales testigos de excepción, el rol de ángeles guardianes del
pueblo dominicano como Mons. Arnaiz lo ha sido en nuestra sociedad”.