El día que vives hoy trata de vivirlo como si fuera único e irrepetible. De esto he aprendido hace un tiempo cuando pude saber lo que es estar cerca del umbral de la muerte. Me siento lleno de vida en este día que de acuerdo al calendario y el reloj, se cumplen cuarenta y cinco eneros desde que sentí la vida por primera vez del vientre de mi madre, Carmen Teresa. Y esto porque hace cuatro años, en junio del 2010, tuve una segunda oportunidad por la vía milagrosa del Todopoderoso.
Doy gracias a Dios todos los días y con mayor ahínco este en que cumplo los cuarenta y cinco años en los que me siento con gran espíritu y dispuesto a seguir aprovechando la buena esperanza de cada mañana y día ante cualquier tormenta pasada del día de ayer.
Ante los cuarenta y cinco años que me he permitido vivir, puedo decir que he sido hasta este momento, una persona bendecida por Dios. Qué tanto se puede pedir si te das cuenta que siempre has estado acompañado del amor del Todopoderoso. Qué tanto se puede pedir, como el haber nacido de un hogar del cual siempre podrás sentirte orgulloso y complacido. Qué tanto se puede pedir si siempre te has sentido un ser humano amado en el seno de una familia. Qué tanto se puede pedir, cuando has recibido como gracia, dos hermosos hijos, cuando medicamente te habían descartado de tales posibilidades. Qué tanto se puede pedir, cuando ante la posibilidad de la muerte inmediata de tu madre, Dios te la regala por años y te la permite disfrutarla a plenitud.
Qué tanto se puede pedir, cuando tienes una gran esposa, amiga y apoyo. Qué tanto se puede pedir, cuando tienes te sientes fortalecido en tu espíritu. Qué tanto se puede pedir cuando has aprendido a vivir y a reconocerlo. Qué tanto se puede pedir, ser parte de una familia grande y pequeña, con defectos, pero con unas virtudes que permiten seguir caminando y levantándose día a día para ser mejores y no mediocres. Qué tanto se puede pedir cuando te sientes siempre acompañado por el Altísimo, sin odio, ni venganza, que la maldad, lo que ha provocado es que no tanga temor en enfrentarla y darle la cara.
He aprendido que la vida se te puede ir de las manos en un segundo, y el peor que puedes cometer, es creer que tienes el control de todo, cuando realmente no tienes control de nada, tan solo de tu decisión en la vida, de hacerla mejor o peor tu realidad. Ante eso, debes aprender a vivir a plenitud la vida, no temiendo, sino seguro que estamos viviendo minuto a minuto.
He aprendido ante estos cuarenta y cinco años que hoy se cumplen, que la vida es un reto para vivirla, sentirla, amarla,, reír, llorar, jugar, ganar, perder; y aprender de todo esto, levantarte y seguir adelante, sin rendirte.
Ante los cuarenta y cinco años, doy gracias al Todopoderoso por darme la misma de forma tan plena y hacerme sentir amado. Gracias por los seres queridos que tengo y el apoyo y solidaridad de mucha gente buena y de gran corazón.
Aprendiendo en estos cuarenta y cinco años que: lo que tiene que ser, será… a su tiempo y en su momento, solo confiar y esperar con paciencia. No le puedo pedir más a la vida y a Dios, simplemente por estos cuarenta y cinco años, con defectos y virtudes, dar gracias.
Lic. Jordi Veras.