La Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) describió nuevamente ayer la situación por la que atraviesan decenas de miles de familias dominicanas, que, según afirman, sobreviven afectadas por la falta de trabajo, la carestía de los alimentos y los servicios básicos, falta de comida, medicinas, vestidos, vivienda digna, educación y descanso.
“A todo esto se añaden niveles verdaderamente deprimentes de insalubridad, pobreza y aún miseria, ignorancia y analfabetismo, y tantas otras realidades no menos tristes”, dicen los obispos en su Carta Pastoral correspondiente a este 21 de enero de 2014, con motivo de la fiesta de La Virgen de La Altagracia, la cual fue leída ayer por el presidente de la CED, monseñor Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez; el vicepresidente y obispo de Higüey, monseñor Nicanor Peña, y el obispo auxiliar de Santo Domingo, monseñor Víctor Masalles Pérez. En el documento, leído y comentado a través de una cadena de radio y televisión, los obispos denunciaron que en sentido general las familias tienen que vivir bajo la presión de “grupos interesados que quieren imponer a través de diversos medios, incluso mediante legislaciones, prácticas contrarias al ser de la familia y de la persona, como el aborto, los anticonceptivos y las uniones en matrimonio de personas del mismo sexo”.
Aunque reconocieron los grandes esfuerzos que realiza el gobierno del presidente Danilo Medina en el campo de la asistencia social, sugirieron que esos esfuerzos se multipliquen y fortalezcan, con programas que les ayuden a salir de la pobreza y la marginación, como son las nuevas fuentes de trabajo, el apoyo a la inversión en el campo y a las pequeñas y medianas empresas.
Enfatizaron que es un deber fundamental del Estado la protección y defensa de la familia como fundamento del bienestar, el desarrollo y la paz en la sociedad. “No toda propuesta con etiqueta de modernismo favorece la vida humana”, expresa la Carta. Y afirma que grandes imperios se han desmoronado a lo largo de la historia cuando sus gobernantes han complacido a los pueblos en su sed de placeres y desenfrenos sensuales. “Hay propuestas que pueden dañar, ya que la ética y la moral no se pueden perder de vista, y en ese sentido el legislador no está para complacer intereses, sino para promover el bien común”.
Crisis
La CED afirma que los cambios acelerados de la época actual han traído grandes aportes y al mismo tiempo una gran inversión de valores, afectando gravemente a la familia como núcleo primario y fundamental de la sociedad. “La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad”, citaron del Papa Francisco. Al igual que el Papa rechazan que el matrimonio tiende a ser visto como “una mera forma de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno”.
Advierten sobre la penetración de estilos de vida que no siempre ayudan al crecimiento humano y sobre el avance de la desintegración familiar, el divorcio, la vida fácil, sin compromiso, sin sacrificio y hedonista. Rechazan la propaganda mediática a una vida fácil, cómoda y hedonista, cargada de cierto pan-sexualismo, que inhibe la voluntad de los jóvenes para grandes valores e ideales.
Entre otros males, los obispos citan los embarazos en adolescentes, inmaduras para la misión materna, y lo peor de todo es que la sociedad y los “mass-media” ofrecen a menudo, una información despersonalizada, lúdica, con frecuencia pesimista y sin respeto para las diversas etapas de la formación y evolución de los adolescentes y de los jóvenes, bajo el influjo de un desviado concepto individualista de la libertad y de un contexto desprovisto de los valores fundamentales sobre la vida, sobre el amor y sobre la familia”.
“Nos golpea la violencia intrafamiliar con los dolorosos feminicidios y suicidios, que causan orfandad y traumas de difícil reparación en los hijos y otros familiares”, expresa el documento, y atribuye al deterioro de la familia y la pérdida de valores, el aumento de la violencia, los homicidios, la delincuencia juvenil, los atracos, los engaños, las infidelidades, la injusticia social, el desenfreno y la corrupción. “En la medida en que se fortalezcan más los valores humanos y cristianos en los hogares, gozaremos de más paz social”, añade el mensaje.
Los prelados reconocieron que el acompañamiento y la evangelización insuficientes por parte de la Iglesia, respecto a muchas familias, han contribuido con el debilitamiento y resquebrajamiento de la institución matrimonial y familiar y, por tanto, a la descomposición social. “Hiere la sensibilidad el ver tantos ancianos desprotegidos, a veces abandonados por sus parientes y por las instituciones del Estado; y a enfermos, sobre todo privados de cariño”.
Indican que si bien es verdad que los tiempos actuales “nos hacen ver muchas sombras, no menos cierto es que las luces que acompañan a nuestra realidad familiar son mayores. Contamos con muchos matrimonios y familias arraigados en la fe, que viven la unidad en el amor, con alegría. Ellos son sólidos testigos de la verdad, de la belleza de la familia y de los grandes valores humanos y cristianos, y contribuyen al bienestar de nuestra patria, por lo que damos gracias a Dios”.
No obstante, los obispos afirman que gracias a las familias que aún mantienen su unidad, valores y responsabilidad social con ellas mismas, con sus hijos y los demás, la nación dominicana vive con una gran esperanza en el futuro y en su propia dignidad, que debe ser rescatada en toda su dimensión. “Son muchas más las familias que viven para servir y se reúnen los padres y los hijos para practicar unidos su relación con Dios y los demás”.
Los obispos dicen que tienen obligación como pastores de promover iniciativas y medios que pueden ayudar a las familias a cumplir correctamente su misión en la sociedad, y recordaron que desde Cáritas Dominicana y la Pastoral Social se realizan permanentemente cuantiosas obras sociales.
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MATRIMONIO DEBE SER ENTRE HOMBRE Y MUJER
Refiriéndose a la fe cristiana, la Carta pastoral dice que ésta nos revela que el hombre y la mujer han sido creados a imagen y semejanza de Dios para que se unan y fecunden la tierra, la llenen de hijos, y que por eso en el plan de Dios el matrimonio es el fundamento de la comunidad familiar, está ordenado al amor de los esposos, fuente de su unidad indisoluble, a la procreación de los hijos y a su educación. “El dato revelado en el Génesis es claro y firme.
Está apoyado en la misma naturaleza humana”, agregan. La Carta Pastoral la firman todos los obispos jefes de las once diócesis del país, Nicolás de Jesús López Rodríguez, Nicanor Peña, Freddy Antonio Bretón, Ramón de la Rosa y Carpio, Julio César Corniel, Rafael Felipe, José Grullón Estrella, Francisco Ozoria Acosta, Diómedes Espinal de León, Antonio Camilo y Fausto Mejía, y los auxiliares, Víctor Masalles, Amancio Escapa y Valentín Reynoso. También firman los eméritos Francisco José Arnaiz Zarandona, Fabio Mamerto Rivas, Juan Antonio Flores, Jesús María de Jesús Moya y Pablo Cedano.
Papa reconfirma a López RodríguezEn el siguiente Orden el
Papa Francisco reconfirmó como miembros del Pontificio Consejo para América
Latina a los siguientes cardenales: Nicolás de Jesús López Rodríguez (arzobispo
de Santo Domingo), Jaime Lucas Ortega y Alamino, Norberto Rivera Carrera, Julio
Terrazas Sandoval, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, Juan Luis Cipriani Thorne,
Claudio Hummes, Jorge Liberato Urosa Savino, Francisco Robles Ortega, Odilo
Pedro Scherer, Paolo Romeo, Raymundo Damasceno Assis, Rubén Salazar Gómez,
Stanislaw Rylko. También a los arzobispos Emilio Carlos Berlie Belaunzarán,
Mario Antonio Cargnello, Héctor Rubén Aguer, Nicolás Cotugno Fanizzi, Héctor
Miguel Cabrejos Vidarte, Geraldo Lyrio Rocha, Leopoldo José Brenes Solórzano,
José Guadalupe Martín Rábago, Orlando Antonio Corrales García, Juan José Asenjo
Pelegrina, Franz- Josef Overbeck.