En ocasiones encontrarás, ya fuere en tu familia, trabajo, comunidad, y sociedad, personas o grupo de personas que te dirán de lo que no serás capaz de hacer o que si hacer. Te dirán y buscarán convencerte más de tus limitaciones que de tus virtudes y grandezas. Te buscarán convencerte ante los obstáculos, problemas y situaciones que ellos mismos no pueden o no desean manejar porque a su vez han permitido creer lo que otros le han convencido de toda su fuerza negativa o de su influencia para que no intenten por esforzarse para hacer más allá de lo que tú mismo puedes esperar de ti.
He aprendido que encontrarás muchas más personas que te quieran siempre plantear lo peor de todo y que siempre vean la oscuridad aunque haya una luz en el camino. Siempre buscarán plantear el problema pero nada a la solución. Es como si ante las adversidades, no existiera ninguna posibilidad de enfrentarlas, como si siempre hubiera un imposible, sin posibilidad.
He ido aprendiendo a desechar la idea de quien solo se permite pensar en todo de forma negativa, sin darte la oportunidad en su deseo ni pensar, que las cosas deben y pueden cambiar, pero no por los otros, sino por uno mismo. Incluyendo a ese o esa que intenta convencerte de que las cosas no se pueden cambiar de a poco y de grano en grano, hasta llenar el granero.
Todo esto se puede aplicar de forma individual a cada quien que en su momento a recibido ese desaliento, cuando lo que ha estado esperando, no es la irrealidad o la mentira, sino el estímulo y esperanza de que siempre será posible observar algo mejor, o ser parte de construir algo mejor y no la calamidad, tan solo. Asimismo se puede aplicar a un conglomerado como la familia o la propia sociedad, cuando se reconoce de su descomposición o sus debilidades, pero no basta reconocerlo, sino hacer tu labor individual o tu rol en que las cosas comiencen a cambiar y no limitarte a indicar la problemática sino eres capaz de enfrentar esas calamidades y buscar día a día, desde tu ámbito algo mejor a lo que hoy se padece.
Si no has pasado por adversidades, de tener un gran desafío o no has tenido ese reto, no te creas afortunado(a), porque de una forma o de otra si bien esas experiencias que encontramos en el camino de nuestras vidas no son a veces nada agradables y mucho menos deseables porque por lo regular nos desafían y nos ponen a prueba nuestra "comodidad" habitual a lo que ya estamos acostumbrados, y esto es lo más difícil, responder bajo presión; actuar en momentos o situaciones en que no nos sentimos cómodos porque se sale de nuestras costumbres. Esos desafíos, que pueden darse en: nuestras relaciones con los demás; en trabajos; ante cargas sobre cargas; en los roles que desempeñamos; en fin, lo que hacen al fin de cuentas, es probarnos que tan fuertes somos en nuestro interior y qué tipo de respuestas somos capaces de dar. Si nos comportamos iracundos porque es la reacción que nos lleva al desespero o reflexionando de que es una oportunidad para abrir tantas puertas que por siempre han estado cerradas y nos permiten ver, que si bien vale la pena seguir luchando por mejorar, que cruzarse de brazos y asumir la derrota ante lo que significa hoy para ti, tu peor adversidad. Siempre será mejor seguir de pies, ha tener que inclinarte ante el miedo, el temor, la desidia, la indiferencia, el desorden, el crimen; entre otros.
Mientras escribía estas líneas, me encontré con un artículo escrito por Marién Aristy, articulista del periódico Hoy, titulado: “Vivir Bajo El Temor Es Morir Un Poco Cada Día”; entre otras cosas expresó lo siguiente y cito: “Escribir estas líneas ha sido difícil. Pensar en la actualidad dominicana resulta demasiado doloroso”. “El 2014 ha abierto las puertas a golpe de sangre y dolor, tal vez como si quisiera que los dominicanos despertáramos de una vez por todas y entendamos que es urgente que salgamos de nuestra burbuja: ¡esto se hundirá si no hacemos algo!”.
“Hoy toca sentarnos a pensar de qué forma disminuiremos nuestros niveles de violencia”. “Urge que se imponga una cultura de paz y de respeto. No podemos permitir que este lugar se torne cada vez más peligroso”. “Vivir bajo el manto del temor es morir un poco cada día. Eso es lo que nos está sucediendo. Y no es justo. Me resisto a tener miedo”.
Es un ejemplo de adversidad que debemos como hombres, mujeres, padres, madres, profesionales, técnicos, empresarios, comerciantes, chiriperos, y ciudadanos; definitivamente en algún momento o cada quien en su situación particular, enfrentar y hacerlo de frente. Como sociedad debemos asumir enfrentar, tal como lo expresa esta joven mujer y vuelvo y cito: “Vivir bajo el manto del temor es morir un poco cada día”. Pero esto último no puede determinarnos a enfrentar las cosas a tiros y balazos como el viejo Oeste, porque para eso hemos avanzado en la civilización. Eso sería la peor derrota como sociedad. Es bajo el orden del respeto, la autoridad y la justicia. No hay otra manera lógica de hacerlo. De lo contrario, sería igualarnos a los salvajes, y plegarnos a la delincuencia y al crimen.
Es por todo lo anterior, que a toda adversidad, en nada contribuimos con virar la cara o hacernos los indiferentes o pensar que las cosas de los demás no deben afectarnos o no hacer nada. Es demostrando que estamos dispuestos a mantenernos perseverantes ante lo que parece imposible, con el trabajo decidido y sostenido siempre encontraremos mayores y mejores soluciones.
No debemos asumir como idea progresista, el pensamiento negativo y cobarde, ante los obstáculos, que tengamos como individuos o de forma colectiva, eso sería asumir la mediocridad como forma de respuesta. Y recordar que vivimos bajo un conglomerado social, en la que no luchar a favor de todos y por todos, ante los fenómenos que la afectan, es dejar abierta heridas que tarde o temprano caerán sobre nosotros la sangre derramada y no enfrentada.
Jordi Veras.