Julio Vasquez.

Radio Renacer

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viernes, 10 de febrero de 2012

La biblia en su casa.

Primer Libro de los Reyes 11,29-32.12,19.
En cierta ocasión, Jeroboám salió de Jerusalén y lo encontró en el camino el profeta Ajías, de Silo; este iba cubierto con un manto nuevo, y los dos estaban solos en el campo.
Ajías tomó el manto que llevaba encima y lo desgarró en doce pedazos.
Luego dijo a Jeroboám: "Toma para ti diez pedazos, porque así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo voy a desgarrar el reino que Salomón tiene en su mano, y te daré las diez tribus.
Una sola tribu será para él, por consideración a mi servidor David y a Jerusalén, la ciudad que yo elegí entre todas las tribus de Israel.
Fue así como Israel se rebeló contra la casa de David hasta el día de hoy.



Salmo 81(80),10-11.12-13.14-15.
No tendrás ningún Dios extraño,
no adorarás a ningún dios extranjero:
yo, el Señor, soy tu Dios,
que te hice subir de la tierra de Egipto.

Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no me quiso obedecer;
por eso los entregué a su obstinación,
para que se dejaran llevar por sus caprichos.

¡Ojalá mi pueblo me escuchara,
e Israel siguiera mis caminos!
Yo sometería a sus adversarios en un instante,
y volvería mi mano contra sus opresores.




Evangelio según San Marcos 7,31-37.
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.
Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.
Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua.
Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Abrete".
Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban
y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".




Comentario del Evangelio:
"Su lengua se desató, y hablaba correctamente"
Odas de Salomón (texto cristiano hebraico de principios del siglo II)

Él ha llenado mi boca con palabras de Verdad
para que yo pueda comunicarlas:
Como caudal de aguas
fluye la Verdad de mi boca,
y mis labios declaran Su fruto.

Él ha hecho que su Conocimiento abunde en mí,
porque la boca del Señor
es la Palabra verdadera
y la puerta que conduce a su Luz.
El Altísimo ha estipulado sus palabras,
las cuáles expresan su propia Belleza;
repiten sus alabanzas
y son informadoras de sus consejos;
heraldos de sus pensamientos
y correctoras de sus siervos.

Porque lo sutil de la Palabra es inexpresable,
y como lo que expresa es su rapidez y fuerza.
Su rumbo no conoce límites. Nunca falla, pues es siempre certera,
no se ve donde desciende ni hacia donde se dirige.
Así es su labor y su propósito:
es la luz y el amanecer de los pensamientos.
Por ella los mundos hablan uno al otro;
y en la Palabra estuvieron aquellos que fueron silenciados;
De ella vienen el Amor y la Armonía que comunica a los suyos;
a los que han sido traspasados por la Palabra;

Y así ellos pudieron conocer a quién los creo,
porque estuvieron en comunión
y la boca del Altísimo les habló,
y su explicación corría por su cuenta.

Porque la morada de la Palabra es el hombre:
y su Verdad es Amor.
Benditos son los que por medio de ella
han entendido todo, y han percibido
al Señor en su Verdad. Aleluya.