Robert Lewis Dear, que hizo fuego en un centro de Planned Parenthood en Colorado Springs, matando a tres personas –un agente de policía y dos civiles–, no es un activista pro-vida, como han especulado algunos medios de comunicación. Parece que su motivación al disparar era otra. Dear, de 57 años, era una persona con antecedentes policiales, un historial de drogas, malos tratos a su exmujer y afición al sexo sadomasoquista.
(Actuall) Se ha presentado a Robert Dear, el asesino de Colorado Springs, como activista pro-vida y a Planned Parenthood como una víctima del fanatismo. Ni lo uno ni lo otro. Además, tenía fama entre sus vecinos de perturbado y conflictivo.
No era, por lo tanto, ni un activista a favor de la vida ni tampoco un rescatador de los que acuden a los centros abortistas a evitar que las madres se deshagan de sus hijos. Y aunque su acción es un crimen execrable, que merece caiga sobre él todo el peso de la ley, no se puede presentar a los centros de Planned Parenthood como si fueran víctimas expuestas al terrorismo yihadista.
Pérdida de legitimidad moral
Si ha habido grupos o personas que para oponerse al aborto han atentado contra las clínicas abortista o han agredido a médicos y enfermeras, han perdido automáticamente legitimidad moral para protestar por las muertes en el seno materno. No se puede recurrir a la violencia para luchar contra la violencia.
Pero, dicho esto, no son comparables las acciones –escasas y aisladas- de grupos anti-abortistas con el exterminio de fetos en el seno materno realizado de forma sistemática durante décadas, y con fines lucrativos, por Planned Parenthood.
Son una verdadera atrocidad los 187 incendios, las 47 bombas y los 17 intentos de asesinato contra empleados de Planned Parenthood en los últimos años. Millones de bebés han sido abortados en clínicas de Planned Parenthood
Y es lamentable y carece toda justificación que fuera asesinado un médico que trabajaba para la multinacional en 2009, o que el perturbado Robert Dear haya matado a otras tres personas en Colorado Springs.
Pero es preciso recordar que Planned Parenthood ha matado a más de siete millones de niños en el seno materno, sólo en EEUU, 327.653 de los cuales en 2014. Y no sólo eso sino que se dedica profesionalmente a esa actividad, por la que obtiene pingües beneficios. Al menos un billón de dólares anuales gana Planned Parenthood -sólo en Estados Unidos-asesinando seres humanos y traficando luego con restos de órganos.
Y alguna de sus directivas, como Cecile Richards, se embolsa cada año 590.000 dólares, como ella misma ha reconocido.