Me he acomodado en la mecedora de mi abuelo, para reflexionar serenamente, en los motivos por lo que me molestan las protestas, por la violencia contra la mujer. He llegado a la conclusión de que la mujer es utilizada para ocultar males mayores. Tras las agresiones físicas, sexuales, psicológicas y emocionales, a que la someten, hay otras que son las causas de estas. Todos los miembros de la familia, hombre, mujer e hijos, las reciben. Las producen las injusticias sociales, ignorancia, miseria, que vive la mayoría así como la falta de actitudes ejemplares de parte de los dirigentes.
¿Por qué concentrar las protestas en la mujer? Parecería que explotan sensibilidades, con el fin de evadir las raíces de las violencias. Eso pensé al observar representantes del Estado y de iglesias, en caminatas por violencia de género. Huele a demagogia. Deberían concentrarse en combatirla, con hechos. Son los responsables de hacerlo. Al menos, explicar porque mantienen la estructura que la generan o que hacen para cambiarlas. Por su parte, los religiosos, no deberían actuar como políticos sino imitar el hijo de Dios. Enseñar con acciones, los principios cristianos de amor al prójimo. Concentrarse en defender el espíritu, el alma de la nación, caiga quien caiga.
Soy mujer. Al convertirme en madre, mi condición como tal llegó a su plenitud. Desde entonces, tengo inquietudes sociales que no obtuve con mis estudios en prestigiosas universidades ni mis viajes por el mundo. Brotaron de mi afán de cuidar con esmero, la formación de mis hijos. Vivo atenta a la sociedad y el comportamiento de sus líderes. Descubrí en ellos, fuentes de aprendizaje negativas, que neutralizan los esfuerzos de las familias por hacer hombres y mujeres de bien.
Quiero un desarrollo armónico, justo, equilibrado, que elimine la violencia institucionalizada que maltrata, no solo la mujer sino también al hombre, a los hijos y todos los sectores. Limitarla a la mujer es una forma de utilizarla para ocultar los males mayores. Eso me molesta. Violencia es todo aquello que pone en peligro la seguridad de un miembro de la familia o sociedad. Hay raíces por doquier. Están en el gobierno que utiliza organismos del Estado para blindarse, en la brecha entre ricos y pobres, en antivalores, droga, corrupción. Muchas veces me pregunto cual será peor, si la que viene por fuerza física, amenazas o la surgida del chantaje emocional a la colectividad.
Esta última, es el arma favorita de muchos políticos. La esgrimen contra pobres e ignorantes. Lo encarcelan en un mundo que no entiende ni puede salir, pintando situaciones que dista de ser real, comprando derechos y libertades. Estas torturas, latigazos, lo reciben a diario, el cuerpo y el alma de la nación. La mujer y el hombre por igual, mientras los hijos se deforman, al aprender del modelo.
Recordemos que maltratos no son solo golpizas, abusos sexuales, que propina una pareja, es el abuso de los gobernantes. Por ejemplo, el hambre y la ignorancia, son centros de torturas que establecen los gobiernos, donde mantienen el pueblo atado y lo golpean sin poder defenderse. Miles mueren de desnutrición y enfermedades.
Autoridades como la Vicepresidenta de la República, el Procurador, el Cardenal, etc. en lugar de ir en caminata para llamar la atención sobre la violencia contra la mujer, deberían referirse a las demás y combatirla con hechos. Desmantelar la estructura que la produce y cambiarla por otra donde las familias puedan disfrutar de bienestar y paz espiritual. La impotencia del individuo para hacerlo, hace que surja el instinto animal que lleva dentro. Las injusticias lo provocan, irrita, descontrola y arremete con ira, contra lo que sea. De ahí que, funcionarios protestando junto al pueblo, es una burla. Las obras superfluas, sombreros, mansiones, fundaciones, exhibidas a un pueblo hambriento, es violencia.
Es obvio, que el maltrato intrafamiliar es consecuencia de esta que tenemos institucionalizada. Por eso me molesta que se concentren en este y no en sus raíces.
Por Venecia Joaquin.