SANTIAGO, TURISMO Y BASURERO
El ser humano no abandona voluntariamente su país para ir de visita a otro que le resulte desagradable. Una vez que una persona decide desplazarse con fines de diversión, esparcimiento y recreación, busca encontrarse con lugares que le sirvan de edificación, afianzamiento cultural; descubrir nuevos elementos de las artes, conocer las interioridades de otros comportamientos humanos.
Las personas físicas se sienten motivadas a visitar aquellos países en los cuales pueden divertirse sanamente o enriquecer sus conocimientos científicos o culturales. Nadie se dirige a un sitio donde se va a sentir mal, enfadado, aburrido o fastidiado; el turista busca entretenimiento, distracción, recreación y sano pasatiempo. No se hace turismo en un país donde se va a permanecer desganado.
El tedio no está en el cálculo de aquel que hace turismo internacional. Para estar en un lugar que no genera nada agradable, mejor es no moverse de su casa.
Hemos traído a colación el tema del turismo porque, hace unos días, la prensa nacional trajo la información de que la provincia de Santiago se prepara para convertirse en un atractivo turístico. Las personas que están promoviendo la ciudad de Santiago de los Caballeros como destino turístico es posible que estén dominadas de la mayor buena fe, pero no han tomado en consideración los fines que persiguen los turistas y la realidad de lo que es hoy nuestro querido Santiago. Las motivaciones de los turistas no están solamente en la existencia de centros hoteleros y las condiciones humanas de los habitantes del país o pueblo receptor.
El turista busca algo más que comodidad y calor humano. La belleza interior de un hotel, la delicadeza en el arte culinario y la presentación de una bella artesanía no completa el gusto de un turista.
Está comprobado que todo aquel que visita un país en condición de turista le interesa moverse por las ciudades, compartir con sus habitantes, conocer la historia de sus calles y sus parques; visitar sus centros de diversión y admirar sus centros históricos, sus parques, la limpieza de la ciudad y el aseo de sus calles.
Lo ideal fuera que Santiago reuniera hoy las condiciones adecuadas para hacer sentir bien a los turistas y a todas las personas que, en otras calidades, puedan visitarlo. Pero, lamentablemente, nuestro querido Santiago no es, en estos momentos, el lugar adecuado para ofertarlo como destino turístico.
Una vez que el anfitrión extiende la invitación, debe poner la casa en condiciones para hacer sentir bien a su huésped. No va a estar a gusto el visitante que llega a la residencia donde ha sido invitado y se encuentra rodeado de suciedad, desorden y estado de inseguridad.
Es de suponer el choque desagradable que recibe aquel que, al momento de entrar a la casa donde ha de estar, se encuentra que en la misma se respira un mal olor y penetra una humareda asfixiante que provoca tos, vómitos y otras afecciones respiratorias.
Para hablar de Santiago como destino turístico primero hay que asearlo, limpiarlo, ponerlo en condiciones de ser habitado por seres humanos. Muchos santiagueros y santiagueros vivimos en Santiago porque lo queremos, formamos parte de él; y hoy no lo vamos abandonar por el hecho de que grupos desaprensivos lo hayan convertido en un basurero. Una cosa es que los que nacimos en Santiago aceptemos vivir en el Santiago pocilga, y otra, muy distinta, quererlo vender como destino turístico.
No se ve bien ponerse hablar de que en Santiago se puede hacer turismo, cuando la ciudad se ha convertido en una letrina simbolizada en lo que es su centro histórico, las áreas del Mercado Modelo y el Mercado Yaque. (9)
SANTIAGO DE LOS BASUREROS
Lo más difícil es querer retorcer la verdad. Cuantas veces se demuestra la realidad de las cosas, resulta imposible demostrar lo contrario. Lo fiel, lo verídico, lo real, la autenticidad y la veracidad, se mueven sin necesidad de tener un comodín. Solamente lo falso, la mentira, lo que es el resultado del engaño, precisa de maniobras y juegos de palabras para temporalmente convencer. Todo aquel que está armado de la verdad puede estar tranquilo con sus posiciones porque los hechos son los hechos y no se derriten.
Así, por ejemplo, es una verdad irrefutable que la ciudad de Santiago de los Caballeros está convertida hoy en un basurero. Para sostener este criterio no hay que hacer mucho esfuerzo pues basta con caminar por las calles de la principal ciudad del Cibao para ser testigo de lo que es un medio social convertido en vertedero.
La penosa situación de sucieza de Santiago ha sido destacada por distintas personas que escriben con libertad y se han encargado de exponer la cruda realidad que vive Santiago. Hace unos días, el periodista Leoncio Peralta, en un reportaje hecho sobre el Hospedaje Yaque, uno de los centros de basura de Santiago, expuso lo siguiente: “El temporal lluvioso que afecta esta zona desde hace casi un mes, ha convertido el Hospedaje Yaque, principal mercado público de Santiago, en un lugar de características dantescas, agravando su tradicional situación de amenaza permanente a la salud de quienes realizan actividades en el interior y sus mediaciones.”
Todos los problemas propios de este establecimiento, como son el cúmulo de desperdicios, la falta de pavimentación de sus calles, y el inadecuado posicionamiento de las mercancías, se profundizan con las constantes lluvias que genera un agudo proceso de descomposición de los desechos. El lodazar que se registra en sus vías laterales y callejuelas internas, con los desechos de los tarantines y todos los negocios que existen en ese mercado, lo convierten en un lugar inapropiado para ninguna actividad humana, y menos para comercializar artículos comestibles. En medio de ese pandemónium de lodo, aguas negras y materia orgánica descompuesta, se registra la actividad comercial. Los malos olores, como consecuencia de la putrefacción de los desechos de las verduras y los víveres, se esparcen por todo el entorno del Hospedaje Yaque, convirtiéndose en una real amenaza para que se desaten epidemias entre los que laboran en el lugar y los visitantes. En torno a esa situación, el comerciante Paulino Pérez, quien tiene muchos años laborando en ese lugar, expresó que tiene una fuerte congestión bronquial debida a la situación de grave deterioro del medio ambiente imperante en ese lugar.
Muchos de los comerciantes y empleados de ese centro sufren en la actualidad de problemas respiratorios, gripe y otras dolencias derivadas de las malas condiciones higiénicas en que se desenvuelven. Los santiagueros y santiagueras se mueven alrededor de la basura, de la suciedad, de las inmundicias, de las porquerías, de los desperdicios, de los desechos; en fin, es verdad que Santiago es algo así como un vertedero y, por tanto, Santiago ha dejado de ser de los Caballeros para convertirse en el de los basureros. (10)
UN SANTIAGO NO QUERIDO
Cada sociedad escindida en clases, sectores y capas sociales, cuenta en su seno, necesariamente, con seres humanos que piensan de distintas formas, sostienen posiciones ideológicas partiendo de sus intereses económicos. El lugar que los hombres y mujeres ocupan en el sistema social va a guiar su actuación, por lo general, ante los diferentes fenómenos que se den en el medio social en el cual desarrollan sus actividades. Ninguna persona física nace con sentimientos buenos o malos; su comportamiento va a depender de la ideología que pueda llegar abrazar y la cual le serviría de guía para su accionar.
En la ciudad de Santiago de los Caballeros, como en todo el conglomerado social dominicano, hay muchos hombres y mujeres que tienen el criterio de que con sus actuaciones proceden correctamente en cada coyuntura de la vida pública y social del país.
Hace unos días, para referirnos al estado de suciedad, desorden e inseguridad en que se encuentra la ciudad de Santiago, dijimos, entre otras cosas, que lo que hoy se está viendo es que Santiago no lo quieren sus autoridades municipales ni el gobierno central; y muchos de sus habitantes se comportan indiferentes ante la suciedad, el desorden y la inseguridad en todos los órdenes.
Empleamos la palabra querer en el sentido de los sentimientos que predominan en el ser humano; o sea, amar, estimar, adorar, apreciar. En este orden, a Santiago los grupos de poder y dominio social no lo quieren y al actuar así no se pueden ver como personas buenas o malas. Ellas se comportan, pura y simplemente, respondiendo a sus intereses clasistas, a su concepción ideológica; que es la base sobre la cual se eleva todo el edificio donde descansan las ideas de los seres humanos.
Si lo que en verdad se llama pueblo de Santiago fuera querido por los grupos de poder, hoy se supiera cuál ha sido el destino final de los dineros que se recaudaron, hace varios años, para adquirir los terrenos donde sería construido lo que es hoy el Aeropuerto Cibao de Santiago. Recordamos que, en un telemaratón que se organizó en Santiago, hombres y mujeres del pueblo aportaron decenas de miles de pesos y el gobierno central, presidido por el Dr. Balaguer, también de los dineros del pueblo dominicano, suministró un millón de pesos. Con el dinero recaudado se adquirieron los terrenos para construir el hoy Aeropuerto Cibao de Santiago. A los dominicanos y dominicanas, mucho menos a los santiagueros y santiagueras, no se les ha dicho qué se hizo con el valor económico de los terrenos; aunque la verdad es que el dinero del telemaratón se recaudó y el gobierno dominicano hizo el aporte de un millón de pesos.
De igual manera, y siguiendo con la demostración del no querer a Santiago y la primacía de intereses particulares, se da el caso de que recientemente la prensa nacional informó que los terrenos propiedad de la Sucesión Henríquez, ubicados en la parte norte de Santiago, donde funcionaba la terminal aérea de esta ciudad, fueron declarados de utilidad pública y sobre los mismos serían construidas varias obras, entre las cuales se destacan edificaciones propias para el interés de la comunidad y otras cuyos objetivos no están bien definidos en lo que se refiere a los beneficios que ha de recibir el pueblo de Santiago con la construcción.
La inversión del pueblo en los terrenos del Aeropuerto Cibao, los beneficios resultantes de la declaración de utilidad pública del inmueble de la Sucesión Henríquez, y la situación no clara de los terrenos de la Fortaleza San Luis; revelan que a Santiago, los grupos de poder social y económico, no lo quieren; porque, si en verdad Santiago fuera querido, se le explicara claramente qué se ha hecho con sus bienes inmobiliarios de gran valor económico. El Santiago de los Caballeros no es querido. (11)
PARA ASEAR A SANTIAGO
En nuestro país, siempre ha tenido un costo revelar las interioridades de los distintos fenómenos sociales que se dan en el seno de la sociedad. Las cosas feas que a diario ocurren y que afectan a la generalidad de los dominicanos y dominicanas son bien conocidas, pero a muchos les resulta más conveniente guardar silencio que denunciarlas.
Comportarse indiferente ante lo que lesiona al pueblo, a veces da buenos resultados porque permite estar bien con Dios y con el diablo, con los de arriba y con los de abajo, con los honrados y con los ladrones, con los serios y con los sinvergüenzas, con los responsables y con los farsantes. La forma como está diseñada la sociedad dominicana de hoy cuadra perfectamente con aquellos hombres y mujeres hechos de un material dócil, fácil de manejar.
Para que se comprenda el comportamiento de muchos dominicanos y dominicanas basta con tomar como punto de referencia el estado en que se encuentra la ciudad de Santiago a nivel de suciedad, contaminación y desorden en el tránsito y en el estacionamiento de vehículos.
En Santiago, todo aquel que tiene ojos para ver sabe que las denuncias que hemos hecho de lo que ocurre, a nivel de la infuncionalidad del organismo municipal, es la pura verdad, que no hay que ser sabihondo ni un científico; lo que está ocurriendo en esta ciudad está a la vista de todo el mundo; basta con ser una persona decente y no estar comprometido con el ladronismo, y el clientelismo político; solamente hay que ser consecuente con los intereses de la comunidad y sentirse identificado con las mejores causas. De los ochocientos o novecientos mil habitantes de Santiago más del 98 por ciento sabe que suciedad y basura en Santiago es una realidad y que ese problema tiene solución con los recursos que recibe el organismo municipal.
El 2 por ciento restante, que no ve o se beneficia de las lacras sociales, es posible que no pueda o no quiera ver lo que está a la vista de todos por la montaña de basura y el mal olor que se siente en el ambiente.
Para muchos santiagueros y santiagueras resulta más cómodo ver los basureros en las distintas calles y avenidas de la ciudad y los parques convertidos en centros de maleantes y campo ideal de prostitución, y guardar silencio, que responsablemente denunciar lo que afecta a toda la comunidad.
Aquel que describe, en forma objetiva, el drama de Santiago es posible que tenga de frente a los que se benefician de toda la porquería que genera la corrupción. Pero el que se hace mudo, ciego y sordo será bien visto, bendecido y hasta declarado hijo distinguido de Santiago. La complicidad del silencio tiene su paga con dinero y halagos.
Hace unos días hablé con un joven próspero empresario de Santiago y le expuse el caso de la suciedad que afecta la ciudad; él coincidió conmigo y dijo que ese es un gran problema. Le manifesté que en Santiago hay muchos hombres y mujeres con gran sentido cívico, que pueden coordinar acciones que tengan por finalidad darle a Santiago el brillo que tenía ayer; aunque se haga abstracción del ayuntamiento. Le precisé que lo ideal fuera crear un instrumento que se ocupara por mantener a Santiago aseado y dejar el órgano municipal para que los partidos del sistema resuelvan los problemas de sus clientes políticos. Así el pueblo de Santiago se da cuenta que no tiene nada que esperar del organismo edilicio.
Lo que ocurre con la ciudad de Santiago y su basura, suciedad y abandono, hay que plantearlo con el razonamiento de, una de dos: aceptamos seguir conviviendo con la basura, la suciedad y el desorden; o se le busca solución al margen de la politiquería. Con lamentaciones no se le da solución a los problemas sociales; los fenómenos que lesionan a toda la comunidad son los hombres y mujeres más consecuentes los que tienen que salir al frente para combatirlos.
Lo que pinta la realidad de la suciedad de Santiago es que el aseo de la ciudad no se va a lograr reclamándole al ayuntamiento que lo haga. Ese órgano municipal hace tiempo que demostró que su misión no es solucionar los problemas de la comunidad, sino ocuparse de otras cosas muy ajenas a la limpieza y orden de la ciudad. Y no es cuestión de la actual gestión municipal, sino de todas las que hemos padecido en los últimos años. Los tres partidos que han controlado el Ayuntamiento han hecho más de lo mismo. Se necesita un órgano especial para asear a Santiago. (12)
Ha sido constante la lucha que han llevado a cabo los integrantes de las diferentes urbanizaciones que se han levantado en los últimos años. En Santiago los que adquieren propiedades inmobiliarias, con áreas verdes reservadas, viven con el grito al cielo porque nunca las disfrutan.
Los hombres y mujeres que residen en la Urbanización Jardines del Oeste, en Santiago de los Caballeros, deben actuar en bloque ante la Sala Capitular del Ayuntamiento de Santiago, para que hagan valer sus derechos en su área verde. La porción definida como área verde de cada urbanización, está debidamente individualizada desde el mismo momento que se constituye el centro comunitario.
El área verde es propiedad de la comunidad que habita en la urbanización y no puede ser destinada a un fin extraño a los intereses colectivos de los dueños de las viviendas que tienen derechos adquiridos sobre la porción identificada como área verde. El asunto de las áreas verdes preocupa a los residentes en las distintas urbanizaciones de Santiago porque las mismas han sido objeto de apropiación ilegal o han sido destinadas para construcciones que en nada favorecen a los miembros del barrio.
Ramón Antonio Veras (Negro)
CONTINUARA