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domingo, 23 de octubre de 2011

Las Charcas, comunidad progresista y espiritual


Mary E. García
mary.garcia@listindiario.com
Santiago
Árboles frondosos mecidos por una suave brisa: ése es el aire que se respira en Las Charcas, una comunidad ubicada a ocho kilómetros y medio de provincia central del Cibao, acompañada de cautelosas aves y calidez en su gente, que trata cada día de inspirar sus acciones por la espiritualidad y la tranquilidad que su entorno enarbola.

Su naturaleza misma habla de sus inicios; los trillos y caminos vecinales “hondonosos” que se hacían en los tiempos de torrenciales aguaceros, nos cuenta José Luis Tavárez, presidente de la Junta de Vecinos Juan José Batista, se convertían en charcos y fango, lo que dificultaba en los primeros años de la dictadura de Trujillo que los campesinos buscaran agua del río Yaque, pues a sus burros se les enterraban las patas hasta la mitad en el camino y su liberación conllevaba horas y horas. Es de ahí su nombre.

Por orden del dictador, aquel fangoso camino pasó a ser una extensa carretera llamada Jánico, donde algunos de sus campesinos agricultores tenían la oportunidad de suplir a los mercados parte de lo que producían para su subsistencia, siendo sus cultivos como la yuca, tabaco, cacao, plátano, batata y otros frutos menores. “La ganadería y agricultura hoy en día ha pasado al segundo plano, económicamente los residentes viven de las actividades informales, negocios pequeños y formales tanto en empresas del sector público y privado”, comenta Tavárez.

Al visitar Las Charcas o llamada también ‘Carretera Jánico’, son múltiples los árboles que allí nacen, córbanos, piñón, penda, roble, guayacán y cambrón, son algunos de los que citan sus comunitarios; se cultivan frutos como la guayaba, naranja, limoncillo, mango, cereza y aguacate.

UN PERSONAJE LLENO DE SOLIDARIDAD
Personas colaboradoras que luchan por un buen porvenir pese a las dificultades presentadas sí existen en esta comunidad.

Con 81 años de edad, María Elena Tavárez se ha destacado por su disposición y solidaridad hacia los jóvenes. Para ella la solidaridad es un don “bonito”, y aunque muchos quizás la critiquen porque “brinda de más” a los jóvenes y opina: “para yo darle una botella de ron a un borracho mejor le doy apoyo a ellos, porque si tu ves un muchacho trabajador que busca de la Iglesia, tienes que ayudarlo porque son el futuro del mañana”. Andar con un andador no es un impedimento para ella.