Julio Vasquez.

Radio Renacer

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viernes, 14 de octubre de 2011

La biblia en su casa.


ABRAHÁN, PADRE DE LOS CREYENTES

Hablemos, pues, de Abrahán, nuestro padre según la carne. ¿Qué fue lo novedoso en él?
Abrahán fue justo ante Dios, y si lo hubiera conseguido por sus obras, podría ostentar sus méritos, pero no los tiene ante Dios.
En efecto, ¿qué dice la Escritura? Abrahán creyó a Dios, quien se lo tomó en cuenta para hacerlo justo.
Cuando alguien ha realizado una obra o trabajo, no se le entrega el salario como un favor, sino como una deuda.
Por el contrario, al que no puede presentar obras, pero cree en Aquel que hace justos a los pecadores, se le toma en cuenta su fe para hacerlo justo.
Así David felicita al que Dios cuenta entre los justos sin que sea el fruto de sus obras:
Felices aquellos cuyos pecados han sido perdonados, y cuyas ofensas han sido olvidadas.
Feliz el hombre a quien Dios no le toma en cuenta su pecado.


Salmo
Sal 32, 1-2; 5; 11


Dichoso el que es absuelto de pecado y cuya culpa le ha sido borrada. Dichoso el hombre aquel a quien Dios no le nota culpa alguna y en cuyo espíritu no se halla engaño.


Te confesé mi pecado, no te escondí mi culpa. Yo dije:" Ante el Señor confesaré mi falta". Y tú, tu perdonaste mi pecado, condonaste mi deuda.


Buenos, estén contentos en el Señor, y ríanse de gusto; todos los de recto corazón, canten alegres.



Evangelio
Lc 12, 1-7
NO TEMAN A LOS QUE MATAN EL CUERPO

Entre tanto se habían reunido miles y miles de personas, hasta el punto de que se aplastaban unos a otros. Entonces Jesús se puso a decir, especialmente para sus discípulos: "Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
Nada hay tan oculto que no haya de ser descubierto o tan escondido que no haya de ser conocido.
Por el contrario, todo lo que hayan dicho en la oscuridad será oído a la luz del día, y lo que hayan dicho al oído en las habitaciones será proclamado desde las azoteas.
Yo les digo a ustedes, mis amigos: No teman a los que matan el cuerpo y después ya no pueden hacer nada más.
Yo les voy a mostrar a quién deben temer: Teman a Aquel que, después de quitarle a uno la vida, tiene poder para echarlo al infierno. Créanme que es a ése a quien deben temer.
¿No se venden cinco pajaritos por dos monedas? Pues bien, delante de Dios ninguno de ellos ha sido olvidado.
Incluso los cabellos de ustedes están contados. No teman, pues ustedes valen más que un sinnúmero de pajarillos.