Julio Vasquez.

Radio Renacer

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martes, 19 de enero de 2016

¡María, rostro femenino de Dios!

El Dios de los cristianos es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en piedad. Es un Dios que no nos trata como merecen nuestros pecados. Un Dios comunión de amor, uno y trino, que comparte con el Hijo y el Espíritu Santo la santidad, sin dejar de ser Dios. Es un Dios incluyente que hace partícipe a los santos, por eso permite que sean nuestros intercesores y nos concede favores a través de ellos, además les da un lugar especial en su reino. Un Dios que es padre y madre a la vez y que nos ha mostrado sus entrañas de misericordia de muchas maneras, sobre todo dándonos a María nuestra Madre, aquella humilde joven de Nazaret, que acogió el anuncio del Ángel Gabriel, aceptó ser la esclava del Señor y asumió todas las consecuencias de un sí, sincero y radical, aunque este sí, le trajo muchos sufrimientos, “ver morir a su único hijo en la cruz”. 
    
María la madre de Jesús, el mesías, aquella mujer que lo llevó en su seno y por tanto comparten la misma sangre, el ADN, lo educó y le enseñó todo lo necesario para que fuera un hombre de bien. María de Nazaret, quien en las bodas de Caná en Galilea, según el relato de Juan 2,1-11, se percata de que los novios no tienen vino y se lo hace saber a su hijo, y luego con discreción indica a los sirvientes que “hagan todo lo que él les diga”. Esa mujer para algunos (minorías) insignificante y corriente, cambió la historia de la humanidad porque sin ella no habríamos tenido al Salvador.
    
Por eso para los cristianos (la mayoría) es tan importante la presencia de María, quien desde los primeros siglos del cristianismo, ha estado presente en la fe de las comunidades, alentándolas y fortaleciéndolas. Posteriormente en los diferentes pueblos y naciones en momentos difíciles y de dolor se ha manifestado siempre de lado de los indefensos, los pobres, los necesitados, y si hoy la conocemos con tantos nombres es porque cada vez que hay necesidad de fe, de aliento, de amor… ella se aparece y las culturas donde la reciben le dan un nombre, Virgen del Carmen, porque se apareció en el monte Carmelo, Guadalupe porque ese fue el nombre que le reveló a Juan Diego en el Tepeyac-México, Inmaculada concepción así se reveló a Bernardita en Lourdes, Nuestra Señora de Coromoto, porque ese es el nombre del Indio a quien se le apareció. 
    
En nuestra tierra quiso ser la protectora de la nación dominicana, y qué hermoso que hasta los colores de la bandera están reflejados en sus vestiduras para que nos demos cuenta que María ama a República Dominicana y quiere que seamos sus más fervorosos creyentes.
    
Nosotros sabemos que en nuestras culturas latinoamericanas la presencia de la madre es fundamental para el equilibrio de la familia, por eso es inconcebible creer en Dios y en Jesucristo y no amar a su madre la santísima virgen María. La llena de gracia, la elegida de Dios. Ruega por nosotros, santa madre de Dios.

Hna. Alicia Galíndez