Julio Vasquez.

Radio Renacer

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sábado, 23 de enero de 2016

El Santo Padre recuerda que lo esencial del matrimonio no es un ideal sino una realidad posible por la gracia

El papa Francisco recibió ayer a los prelados, auditores, oficiales y abogados del Tribunal de la Rota Romana, con ocasión de la solemne inauguración del Año Judicial. En su discurso, el Santo Padre subrayó, junto a la definición de la Rota Romana como Tribunal de la familia, la de Tribunal de la verdad del vínculo sagrado. Y estos dos aspectos, ha precisado, son complementarios.
(Zenit) Tal y como ha explicado el Santo Padre, la Iglesia debe mostrar el gran amor misericordioso de Dios hacia la familia, en particular las heridas por el pecado y las pruebas de la vida, y juntos «proclamar la irrenunciable verdad del matrimonio según el diseño de Dios». Y este servicio «es confiado en primer lugar al Papa y a los obispos».
En esta línea, el Pontífice ha precisado que en el recorrido sinodal sobre el tema de la familia, «hemos podido cumplir, en espíritu y estilo de efectiva colegialidad, un profundo discernimiento sapiencial, gracias al cual la Iglesia ha indicado al mundo que no puede haber confusión entre la familia querida por Dios y cualquier otro tipo de unión».
Así, ha afirmado Francisco, cuando la Iglesia, a través del servicio de la Rota, se propone declarar la verdad sobre el matrimonio en el caso concreto, por el bien de los fieles, al mismo tiempo tiene siempre presente que cuantos, por libre elección o por infelices circunstancias de la vida, viven en un estado objetivo de error, continúan siendo objeto del amor misericordioso de Cristo y por eso, de la Iglesia misma. Asimismo ha precisado que la familia, fundada en el matrimonio indisoluble, unitivo y procreativo, pertenece al «sueño» de Dios y de su Iglesia para la salvación de la humanidad.
El Santo Padre ha recordado que la familia y la Iglesia, en distintos planos, contribuyen a acompañar al ser humano hacia el final de su existencia. Y lo hacen ciertamente «con las enseñanzas que transmiten, pero también con su misma naturaleza de comunidad de amor y de vida».
Por otro lado, ha explicado que la falta de la formación en la fe y también el error sobre la unidad, la indisolubilidad y la dignidad sacramental del matrimonio, solamente vician el consenso matrimonial si hubo voluntad determinada.
«Precisamente por esto –ha precisado– los errores que tienen que ver con la sacramentalidad del matrimonio deben ser valorados muy atentamente».
Por tanto, la Iglesia, «con renovado sentido de responsabilidad continúa proponiendo el matrimonio, en sus elementos esenciales –hijos, bien de los cónyuges, unidad, indisolubilidad, sacramentalidad– no como un ideal para pocos, a pesar de los modernos modelos centrados en lo efímero y lo transitorio, sino como una realidad que, en la gracia de Cristo, puede ser vivida por todos los fieles bautizados».
Y de aquí la urgencia pastoral que «afecta a todas las estructuras de la Iglesia, empuja a convergir hacia un intento común dirigido a la preparación adecuada al matrimonio, en una especie de nuevo catecumenado, subrayo esto, en una especie de nuevo catecumenado tan deseado por algunos Padres Sinodales», ha concluido el Pontífice.