Julio Vasquez.

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lunes, 8 de diciembre de 2014

Mujer carioca salva a tres mil bebés del aborto

Río de Janeiro ha atraído la atención del mundo al recibir la Jornada Mundial de la Juventud de 2013, la Copa del Mundo de 2014 y está listo para acoger los Juegos Olímpicos de 2016. Mientras el foco de atención estaba en la Ciudad Maravillosa, una mujer salvó a más de 3.000 niños condenados al aborto en las favelas de la Baixada Fluminense, prácticamente sin ninguna atención, ni siquiera de su propio país.
(Aleteia/InfoCatólica) Todo comenzó de manera simple, hace 23 años.
Maria das Dores Hipólito Pires, mejor conocida como Dóris Hipólito, llevaba una vida relativamente confortable como profesora de historia y geografía. La dirección de la escuela donde ella enseñaba le pidió que ayudara a algunas chicas que estaban sufriendo las consecuencias devastadoras de haber abortado.
Dóris juntó material provida para intentar ayudar a aquellas muchachas y difundió el material y la misión entre otros parroquianos. Poco tiempo después, sintió la moción interior de promover un rosario público el día 13 de cada mes, ocasión para distribuir también folletos provida.
Con el apoyo del obispo Don Werner Siebembrok y la Legión de María, el pequeño grupo formado por Dóris comenzó a ayudar, en las periferias y favelas, a las mujeres que pensaban que no tenían ninguna alternativa que no fuera abortar.
Aunque el aborto sea ilegal en la mayoría de los casos en Brasil, existen muchas «clínicas» que los realizan ilegalmente en la Baixada Fluminense, una región con 3 millones de personas y con muchas carencias sociales.
Dóris va a la puerta de esas «clínicas» e intenta hablar con esas madres, muchas de las cuales son farmacodependientes y/o están sufriendo mucha presión por parte de terceros para abortar. Ella las incentiva para que tengan a sus hijos, ofreciéndoles apoyo para continuar el embarazo y, principalmente, para transformar sus vidas.
Hace ocho años, Dóris dio un paso muy valiente con el apoyo de su familia: dejar el trabajo y trabajar a tiempo completo con aquellas mujeres desesperadas.
En 2007, encontró a un mujer sin casa, embarazada, con deficiencias físicas y mentales, que vivía debajo de un puente. Dóris alquiló una pequeña casa para cuidarla. No tardó nada en que apareciera en la casa una segunda mujer embarazada también agobiada por las necesidades extremas. Y otra, y otra, y otra más. Dóris entonces estableció formalmente la Casa de Amparo Provida.
Además de mantener un lugar seguro y lleno de cariño para cuidar de esas mujeres y sus hijos, Dóris ayudó a montar centros provida en iglesias locales para que las mujeres embarazadas contaran con más asistencia.
Tanto en estos centros como en la Casa de Amparo, las mujeres embarazadas encuentran formación profesional, atención médica y un lugar donde trabajar y vivir con dignidad, resolviendo las necesidades de los bebés.
Muchas de las mujeres que Dóris recibió se volvieron voluntarias en este mismo trabajo. La hija de una de las mujeres que ella ayudó hace veinte años es hoy voluntaria en la acogida y el cuidado de otras mujeres en situación de gran vulnerabilidad.
La presión política va en aumento en Brasil para que el aborto libre sea legalizado en el país. Existen grupos de ideología feminista radical que trabajan contra la acción provida realizada por Dóris. Ella ya recibió amenazas por teléfono, incluso amenazas de muerte.
Una mujer que fue a inspeccionar la Casa de Amparo vio fotos de los niños que fueron salvados del aborto y exclamó: «Esta casa nunca debería haber existido».
Hoy, Dóris y su familia confían en la Divina Providencia para proveer sus necesidades y las de todas las personas que son atendidas en la Casa de Amparo. Ella espera ampliar las instalaciones y ya cuenta con la donación de un terreno, pero el proyecto está paralizado por falta de fondos.
Aun con sus limitaciones, Dóris ya fue testigo del triunfo de la vida de 160 niños que fueron salvados de abortos ilegales sólo este año.
Dificultades aparte, Dóris continúa firme, apoyada en Dios y en la fuerza de la esperanza que irradia del rostro de los bebés retratados en su pared. Y cuando las cosas son particularmente difíciles, ella se dice así misma: «Los poderosos me pueden demostrar su poder, pero los bebés me muestran el paraíso».
Para más información sobre Dóris Hipólito y para ayudar a su misión: http://www.gofundme.com/hub754