Julio Vasquez.

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viernes, 9 de diciembre de 2011

«Las vírgenes consagradas son un don de Dios para nuestras comunidades cristianas»



(InfoCatólica) El arzobispo de Sevilla recuerda que el orden de las vírgenes, “ligado íntimamente al ministerio del Obispo y a la Iglesia particular, tuvo una extraordinaria importancia en los primeros siglos. Fue, de hecho, la más antigua forma de vida consagrada”.
Sin embargo, tal y como explica el prelado, dicho orden “fue perdiendo relevancia hasta desaparecer prácticamente a lo largo del siglo V. Tras ser restaurado por el Concilio Vaticano II "hoy son tres mil en toda la Iglesia y son un pequeño grupo en nuestra Archidiócesis, que Dios quiera que crezca en los próximos años. Cuenta para ello con mi apoyo más explícito”.
“Las vírgenes consagradas”, afirma el arzobispo, “viven en medio del mundo. No pertenecen a ninguna familia religiosa, ni dejan su familia o su trabajo profesional. No hacen voto de pobreza, aunque tratan de vivir despegadas de los bienes materiales. Tampoco hacen voto de obediencia, aunque están especialmente vinculadas al Obispo.”
Mons. Asenjo atestigua en su carta que “el carisma de la virginidad es un don de Dios. Nadie puede pretender este estilo de vida si el Señor no le llama, pues supera todas las capacidades del ser humano”.
Por último, el arzobisp de Sevilla asegura que “la nueva floración de esta antigua vocación en la Iglesia es un regalo del Espíritu Santo que todos hemos de acoger, acompañar y agradecer”. “Su sola presencia”, concluye, “edifica a la Iglesia ya que con su testimonio nos están recordando a todos que el Señor es el primer y supremo valor de nuestra vida y que merece ser amado con el mismo amor con que Él nos ama”.