Hoy 8 de diciembre finaliza el Mes de María con la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Con esta fiesta la Iglesia celebra el dogma de fe que nos revela que, por la gracia de Dios, la Virgen María fue preservada del pecado desde el momento de su concepción, es decir, desde el instante en que María comenzó su vida humana. Fue en una gruta pequeñísima, hace poco más de 150 años, en un también pequeño pero hermoso pueblito llamado Lourdes, cuando apareció una imagen maravillosa, que resplandecía de tal forma que, la pequeña niña que se encontró con esta situación, no tuvo más que sonreír y sentir –muy interiormente- cuando escuchaba la frase: “Yo soy la Inmaculada de Concepción”.
Nuestra Gruta de Lourdes, de la subida Agua Santa en Viña del Mar, nos recuerda esta hermosa historia divina. Ingresar a este lugar, es sinónimo de tranquilidad… a pesar del constante ir y venir de los vehículos que transitan, sin cesar, por las afueras de este lugar de reflexión.
Inmaculada de Concepción
Cuando hablamos de la “Inmaculada de Concepción” nos estamos refiriendo, principalmente, a que la Virgen María fue protegida del pecado, a partir del primer momento de su vida humana. Dios, por sui parte, con ese amor único hacia su Hijo, preparó – gracias a la Inmaculada Concepción de María, un albergue maravilloso para Él.
El Resguardo de la Inmaculada
Nadie está libre del pecado, y todos –sin excepción- llegamos a este mundo con la mácula del pecado original. Nadie ignora… o no debería ignorar que esa mancha que arrastramos desde el nacimiento, es borrada y eliminada en el momento en que nos bautizamos.
Obviamente María fue distinta, porque siempre fue exenta de ese pecado. Más claro: Ella jamás recibió o arrastró esa mancha, por lo que se concluye que su santidad es indiscutible. Cierto es, por supuesto, que no pudo estar exenta de las penas vividas… y en eso sí se parece a muchos seres humanos.
Solamente Dios deseó que María recibiera toda la Gracia, y había un motivo único: era Ella, nadie más, quien tendría la misión hermosa de engendrar –divinamente- a su hijo. Eso era demasiado especial, porque Jesús requería y merecía a una Madre como María
La celebración de la Fiesta de la Inmaculada de la Concepción, anualmente, atrae a millones de fieles. Y va transmitiéndose por generaciones que, se acercan a dar gracias por los favores concedidos, a solicitar apoyo… incluso ofreciendo sacrificios físicos.
Una linda historia
No podemos dejar de mencionar la conocida historia ocurrida en el año 1712. Cerca de las costas de Granada. Allí se encontraban unas lavanderas a la orilla de un lago. De pronto vieron una caja de madera, que flotaba en las aguas, y no se hundía. Las mujeres se olvidaron de su lavado e intentaron, inútilmente, alcanzar la caja, porque cada vez que ellas trataban de tomarla, ésta se alejaba lago hacia el centro.
Sintieron temor y fueron, de inmediato, a contar la situación a los frailes del Convento de San Francisco. Creyeron que podía ser algo maligno. Todos los frailes salieron de inmediato, seguidos por el gran grupo de lavanderas y, disponiendo del característico cinturón que acostumbran a usar, los utilizaron para llegar a la caja y atraerla hacia la orilla del lago. Logrado el plan, frailes y ayudantes abrieron la caja, llevándose la sorpresa que ésta contenía la imagen de una Virgen tallada en madera, que llevaba en brazos al niño Jesús. Se cuenta que nunca se ha logrado saber el origen y motivo de la presencia de esta imagen.
Significado de este Día
María pertenece por completo a Dios, a partir de su concepción. El señor confió todo su poder en ella y lo hizo en previsión de la muerte de Cristo. Precisamente es de Cristo que viene la salvación y toda la gracia.
En esta hermosa celebración, cuando contemplamos a María Inmaculada tan llena de gracia, la Misa de este día pretende estimular, en todos los creyentes, el aprecio de la gracia y el verdadero camino de la santidad, que es la única senda que nos acerca a Dios, brindándonos la felicidad de ser feliz.
Nacimiento de Jesús
Quienes asistimos a la Liturgia buscamos la imagen de María Inmaculada y Santa, para cubrirnos de un manto pleno de esperanza. Es un momento de espera, de una hermosa preparación a la Navidad del señor, y nos da la oportunidad de pedir que nos guie, que sea una radiante estrella, en la oscuridad de la noche.
Que sea ella, en su santidad y pureza, toda transparencia de Cristo, quien nos acompañe en nuestro camino, al encuentro del Señor, que se aproxima a nosotros en la Noche Santa.
Nuestra Gruta de Lourdes, de la subida Agua Santa en Viña del Mar, nos recuerda esta hermosa historia divina. Ingresar a este lugar, es sinónimo de tranquilidad… a pesar del constante ir y venir de los vehículos que transitan, sin cesar, por las afueras de este lugar de reflexión.
Inmaculada de Concepción
Cuando hablamos de la “Inmaculada de Concepción” nos estamos refiriendo, principalmente, a que la Virgen María fue protegida del pecado, a partir del primer momento de su vida humana. Dios, por sui parte, con ese amor único hacia su Hijo, preparó – gracias a la Inmaculada Concepción de María, un albergue maravilloso para Él.
El Resguardo de la Inmaculada
Nadie está libre del pecado, y todos –sin excepción- llegamos a este mundo con la mácula del pecado original. Nadie ignora… o no debería ignorar que esa mancha que arrastramos desde el nacimiento, es borrada y eliminada en el momento en que nos bautizamos.
Obviamente María fue distinta, porque siempre fue exenta de ese pecado. Más claro: Ella jamás recibió o arrastró esa mancha, por lo que se concluye que su santidad es indiscutible. Cierto es, por supuesto, que no pudo estar exenta de las penas vividas… y en eso sí se parece a muchos seres humanos.
Solamente Dios deseó que María recibiera toda la Gracia, y había un motivo único: era Ella, nadie más, quien tendría la misión hermosa de engendrar –divinamente- a su hijo. Eso era demasiado especial, porque Jesús requería y merecía a una Madre como María
La celebración de la Fiesta de la Inmaculada de la Concepción, anualmente, atrae a millones de fieles. Y va transmitiéndose por generaciones que, se acercan a dar gracias por los favores concedidos, a solicitar apoyo… incluso ofreciendo sacrificios físicos.
Una linda historia
No podemos dejar de mencionar la conocida historia ocurrida en el año 1712. Cerca de las costas de Granada. Allí se encontraban unas lavanderas a la orilla de un lago. De pronto vieron una caja de madera, que flotaba en las aguas, y no se hundía. Las mujeres se olvidaron de su lavado e intentaron, inútilmente, alcanzar la caja, porque cada vez que ellas trataban de tomarla, ésta se alejaba lago hacia el centro.
Sintieron temor y fueron, de inmediato, a contar la situación a los frailes del Convento de San Francisco. Creyeron que podía ser algo maligno. Todos los frailes salieron de inmediato, seguidos por el gran grupo de lavanderas y, disponiendo del característico cinturón que acostumbran a usar, los utilizaron para llegar a la caja y atraerla hacia la orilla del lago. Logrado el plan, frailes y ayudantes abrieron la caja, llevándose la sorpresa que ésta contenía la imagen de una Virgen tallada en madera, que llevaba en brazos al niño Jesús. Se cuenta que nunca se ha logrado saber el origen y motivo de la presencia de esta imagen.
Significado de este Día
María pertenece por completo a Dios, a partir de su concepción. El señor confió todo su poder en ella y lo hizo en previsión de la muerte de Cristo. Precisamente es de Cristo que viene la salvación y toda la gracia.
En esta hermosa celebración, cuando contemplamos a María Inmaculada tan llena de gracia, la Misa de este día pretende estimular, en todos los creyentes, el aprecio de la gracia y el verdadero camino de la santidad, que es la única senda que nos acerca a Dios, brindándonos la felicidad de ser feliz.
Nacimiento de Jesús
Quienes asistimos a la Liturgia buscamos la imagen de María Inmaculada y Santa, para cubrirnos de un manto pleno de esperanza. Es un momento de espera, de una hermosa preparación a la Navidad del señor, y nos da la oportunidad de pedir que nos guie, que sea una radiante estrella, en la oscuridad de la noche.
Que sea ella, en su santidad y pureza, toda transparencia de Cristo, quien nos acompañe en nuestro camino, al encuentro del Señor, que se aproxima a nosotros en la Noche Santa.
EQUIPO DE COMUNICACIONES
CVX VALPARAISO