Hace poco una periodista me entrevistó y me cuestionó, ¿si estaba consciente del peligro que corría defendiendo en los tribunales la causa de Miguelina Llaverías? Le indiqué que nunca imaginé que por realizar, junto a mi hermana y compañera, María Alejandra Veras, honesto, responsable, legal y ético. Esto lo digo, porque hay trabajos que realizan los abogados y abogadas, que pueden ser legales, pero no éticos ni morales; sería objeto de un atentado y menos de querer acabar con mi vida por ello. Al contrario, era tanto María como yo, quien le advertíamos a Miguelina que tuviera cuidado, porque el tipo de accionar se podía repetir, basado en que no puede permitir que ella ni sea feliz, ni mucho menos pueda estar con vida. Le respondía también a la periodista que el trabajo que realicé en el caso de Miguelina Llaverías, lo hice por convicción, porque creo y pienso que la violencia generada en contra de la mujer, debe asumirse con otro concepto y sentido. Es también que te sientas identificado con una causa. Asimismo, asumí el caso de marras con la responsabilidad que tomó mis trabajos, no para conllevarlos de forma personal en contra de alguien, sino por el aspecto del deber cumplido y no hacer un papel incorrecto, ni mediocre. Le indiqué, además, que si tuviera que recorrer el mismo camino y realizar la misma labor, lo haría y que es preferible actuar por responsabilidad que por indiferencia o charlatanería. Es preferible saber que realizar una labor apegada al derecho, la justicia, lo legal y ético y no que tengas que vivir con el fardo o carga de que engañas a todo humano que solicita tus servicios, incluyendo a tu propio cliente. Te queda el buen sabor y dentro de tu espíritu, que has cumplido con tu conciencia. Hay quienes prefieren hacer carrera rápida y ganar a “como de lugar”, aunque tengan que sacrificarlo todo a su alrededor. No le hubiese hecho honor, ni mucho menos hubiese podido ver a la cara a mi padre, ni a mis hijos, ni mi esposa, si todo lo ocurrido hubiese sido por causas distintas o porque me hubiese comportado como un rastrero en ese caso de Miguelina. O que me hubiese comportado como un estafador, engañando a una parte y a la otra o me hubiese compuesto con la otra parte para “resolver” el caso. Sin embargo, mi formación de hogar y educación aprendida, no me permiten actuar en otra forma y de lo cual me siento orgulloso de haber recibido este tipo de enseñanza tanto dentro como fuera de mi casa. En la vida lo único importante que te queda es tu honor y la consideración que las personas tengan de ti, respecto a tu forma de vida y proceder en la misma. Así que usted puede ser un abogado o abogada de “prestigio” con mucho dinero y posición, pero es una basura interior y no tiene ni el respeto de sus hijos e hijas, o tiene que mentirles para que se hagan una idea del concepto que usted tiene sobre la vida. O usted puede llegar a tener una buena fama como abogado o abogada con capacidad y “destreza o del profesional que resuelve”, pero usted ha tenido que sacrificar lo moral y ético por conseguir lo que posee. En vida siempre he estado claro en que es preferible morir de pie y con dignidad, que arrodillado y sin tener vergüenza. Mi trabajo en el caso de Miguelina, al igual como lo hago con mi proceder, fue motivado por la convicción y la responsabilidad adquirida en el hogar de mis padres, Carmen Rodríguez y Ramón Ant. (Negro) Veras y de todos mis profesores y profesoras que calaron en mi, su enseñanza.
Lic. Jordi veras.