He vivido dándole gracias a Dios porque no ha permitido que por más daños que me han provocado, Adriano Rafael Román y sus cómplices, no menos importantes y peligrosos y asiduos asesinos; a mi familia y a mí, que tenga odio dentro de mi corazón y que le haya perdido la fe y la esperanza a que las cosas pueden ser diferentes a lo que recibí por hacer un trabajo serio, honesto y responsable a favor de un cliente. Que no ha permitido que deje de disfrutar del cariño, el aprecio y la solidaridad de los dominicanos y dominicanas de buen corazón. Que ha permitido que siga siendo un enamorado de la vida y que día a día siga siendo un luchador y un amante del trabajo y la responsabilidad. Los que acompañan el séquito y le hacen el coro que Adriano está dispuesto a pagar, no lograrán que renunciemos al respecto al orden y la justicia que este sistema se ha creado y por el cual se debe seguir luchando para mejorarlo y que sea una garantía no sólo para imputados, sino para todo aquel hombre y mujer de bien. No lograrán los que acompañan el séquito del interno Adriano Román, que asumamos en nuestras manos, el mismo tipo de justicia que él le ha aplicado a todos y todas los que han sido afectado por sus fechorías y actos criminales, que ha sido el de violar; el de mandar a vejar a su ex esposa; el de mandar a quemar; el de querer matar a su propio hermano; el de mandar a matar su ex esposa y el de querer asesinarme por hacer un trabajo correcto. Ese tipo de justicia es la que no estamos dispuestos a seguir, ni en asumir como él ha hecho con otro. El que no ha dado oportunidad a los demás de defenderse, sino que como cobarde y retorcido, ha utilizado su dinero a través de otras personas, para que el mismo sea utilizado para los fines criminales más bajos. Esa no es la justicia que deseamos seguir, ni que sea la que otros u otras puedan ser víctimas. No es verdad que por más sádica y mente sucia que tenga Adriano y su séquito, no vamos a proceder con la antigua Ley del ojo por ojo y el diente por diente, sino que vamos a seguir luchando para que en mi caso se haga justicia. No por sólo por mi persona, porque ya el daño está más que creado, sino también por todos y todas aquellas que aún creen el trabajo y el respeto a las leyes y la justicia tanto del hombre como divina, que no sean objeto de ataques criminales como del que ha sido objeto mi familia y yo. Mi formación de hogar en el cual crecí viendo el amor, el cariño y la solidaridad. Por la forma en que fui educado en las aulas donde curse desde niño hasta el universitario. Por la disciplina que adquirí en los años en que fui un deportista consagrado. Por mi formación y creencia en Dios, no es cierto que caeré y mi familia tampoco, en esa justicia que Adriano y su séquito ha practicado por los últimos cuarenta años en la esfera nacional. En mi corazón y en mi espíritu, no cala otro que el amor y el Gozo del Todopoderoso y quien está con El, nadie contra nosotros. La justicia por la que este país ha luchado es la basada en el respeto, la confianza, la credibilidad y la razón de la ley, no en la que pretende burlar, menospreciar y desprestigiar con su accionar dentro y fuera de los tribunales, el imputado y condenado Adriano y su séquito.
Lic. Jordi Veras.