Dice el Señor Jesucristo en su palabra " ir por el mundo a llevar el evangelio tal y como lo hacian los apostoles" y esto, fue precisamente lo llevado a cabo por el obediente apostol Obidio Almonte, quien desempeño su ministerio en la Parroquia San Isidro Labrador, de la comunidad de Cañabón en el Municipio de Jayaco, Bonao. En la misma se dedicó por varias décadas a formar a niños, jóvenes y adolescentes en los caminos de Dios, a quienes nos nutria con el Catecismo de la Iglesia Católica, siendo sus valiosas enseñanzas desde temprana edad para que cientos de jóvenes hoy nos encontremos viviendo una vida cristiana muy moderada y que además la hemos traspasado a nuestros hijos. Don Obidio Almonte, un hombre de Dios que aprovechó su paso por estos senderos para orientarnos y sembrar en cada uno de nosotros la devoción a Jesús y a Maria, asi como el respeto a nuestros padres y a las personas mayores. Valores estos que cada dia se acercan más al pasado y obviamente se convierten en aliados de la criminalidad y la delincuencia. Definido por algunos, como un hombre humilde, pero rico en virtudes teológicas. Para otros era un sabio al que Dios le habia entregado el don maravilloso de llevar almas para su redil. Desde niño tratamos de aprovechar la sabia doctrina que éste hombre transmitia y les aseguro que hoy todos somos personas de bien que aprendimos a diferenciar el mal del bien, pero sobre todo aprendimos que Jesucristo no es un mito, por el contrario es un Dios lleno de amor y bondad que se encuentra vivo en la Eucaristia, y que nos da su cuerpo y su sangre. Labor realizada como la de don Obidio Almonte son las mismas que nuestro Señor Jesucristo nos ha enconmendado a todos los cristianos, pero una gran mayoria nos hacemos de la vista gorda. Pero por suerte para nuestro ex- maestro cada vez que uno de nosotros bendecimos, adoramos y alabamos a nuestro Rey de reyes don Obidio goza de la satisfación que causa el deber cumplido. La entrega de éste hombre deja en ebidencia que las personas que cumplen los mandamientos de la ley de Dios nunca mueren,pues se van al cielo a gozar de la vida eterna, pero además vivirán para siempre en nuestros corazones, como es el caso del señor Obidio Almonte.