Cuánta energía ofrece el hecho de que la gente en las calles te muestre preocupación e interés por el caso de mi atentado, que ya no es un caso particular, sino que es del pueblo dominicano, porque así se ha acogido, porque ha visto el hecho como algo que puede pasarle a cualquier otra persona que conlleve un trabajo honesto; porque lo que se está definiendo ya no es si fui o no afectado, sino de buscar enviar un mensaje y marcar un ejemplo a los que se escudan en los crímenes, la delincuencia y la violación a la ley y el irrespeto a la justicia. Es precisamente esta última la que está siendo cuestionada en cada momento en que se intenta reenviar cada audiencia basada en motivos injustificados, tan solo por el hecho de que se quiere buscar cansar, desesperar y borrar la esperanza en los que creen en un país que está enfrentando situaciones en contra del crimen organizado y no está dispuesto a ceder. Siempre le respondo a las personas, que estamos en pie de lucha y que no vamos a ceder ni a rendirnos, que nuestro deseo siempre ha sido la búsqueda de que se haga justicia en el caso. Soy parte de un hogar en el cual me crié viendo a mi madre siempre caminando al lado de mi padre; siendo la misma que daba su mano solidaria a quienes necesitaban de algún refugio, de que fuera escuchado y de que necesitare de algún pedazo de pan. Es la misma que nunca perdió su espíritu feliz y de gracia, ni en sus peores momentos en que tuvo que enfrentar un cáncer de mama. Fue la misma que defendía y protegía a sus amigos y amigas, siempre estaba pendiente de las fechas más importantes de cada ser querido y amistades, demostrando con ello su real interés en los que les demostraba que eran parte de su corazón. Fue la misma mujer que siempre estuvo al lado de las mejores causas de este pueblo y las de los países donde se hizo presente. Fue la misma que mostró el gran amor que tenía por mi padre, la admiración por él y el que tenía por cada uno de sus hijos. Esa misma mujer fue la que siempre me enseñó los mejores valores que debía mostrar frente a los demás. Ni siquiera la muerte ha sido capaz de borrar su espíritu en los que la queremos y conocieron. Es mi ángel de la guarda junto al Padre. Asimismo, formo parte de una familia, en la cual he visto en mi padre un hombre de lucha, de sacrificios, de transparencia, de honestidad, de una sola palabra, de acciones y de practicar lo que predica. He visto en mi padre un hombre que ha sabido mostrarnos el valor y el sacrificio de las cosas, de cómo el trabajo es el única forma y manera de dignificar al ser humano. Que no hay mayor valor que la dignidad, el decoro y el tener siempre presente la responsabilidad en tus acciones y hechos. He crecido viendo aprendiendo de ese hombre, el sentimiento de la solidaridad, ya fuere a favor de presos políticos, sin importar su ideología, ya fuere de quienes se les violara algún derecho fundamental, ya fuere para brindar su mano amiga a favor de quienes expresa su cariño. Lo he visto luchar aún en sus peores condiciones de salud, solamente para cumplir con una responsabilidad o por motivos de su convicción política y social. Me ha mostrado y enseñado, la humanidad que necesita tener todo hombre o mujer, al momento de tratar a los seres humanos, aún a los más malvados, pero nunca perder los mejores sentimientos del corazón. Me mostró el respeto y el valor que le tenía a mi madre. En ese hogar fui criado por una mujer y un hombre, Carmen Teresa y Ramón Veras. En ese donde aprendí a luchar y no rendirme ante las causas justas. En esta oportunidad, de mi caso, no es la excepción, y más cuando se trata de una causa en la cual se debate la lucha entre la justicia y el respeto al orden o vivir bajo el manto de la delincuencia, el desorden, el caos y el crimen. Con Dios delante, tanto mi familia como yo, siempre tendremos claro, que nuestra naturaleza como la del pueblo dominicano, es y será tener un espíritu de lucha y en no arrodillarse ante las adversidades, sin importar que tan peligrosas y fuertes sean. Así, el Todopoderoso lo quiera.
Lic. Jordi Veras.