La República Dominicana tiene por delante un difícil problema socio-político que resolver. Se trata de los hijos nacidos aquí de los haitianos ilegales.
No son emigrantes haitianos, aunque si sus padres lo fueron, sino que nacieron aquí y no tienen una relación directa con Haití. Es mas, muchos nunca han ido a su país de origen.
Salvo las opiniones de furibundos antihaitianos, en la República Dominicana no se ha hecho un estudio serio de este problema social.
Pero es como un cáncer que carcome nuestras entrañas. Los hijos de haitianos ilegales se encuentran residiendo en el país, y es la República Dominicana con sus recursos que los sostiene.
La solución a este problema político y social no es negarle el acta de nacimiento, porque ellos se quedan ilegales y sin papeles, y como son analfabetos el mismo no les hace falta para ir a la escuela, porque no van, y en los hospitales los atienden sin documentación.
Lo que se tiene que enfrentar es la carga social que estos haitianos nacidos aquí representan para el país. También podria ser lesivo a un tratamiento humano que se les monte en un camión y se les tire en Haití, donde nunca han ido.
La solución tiene que ser aplicar medidas migratorias realistas, que vayan a solucionar los problemas, y no a ser tema de debate en foros nacionales e internacionales.
Esos hijos de haitianos viven en la mayor de las miserias, se dedican a trabajos agrícolas, a la industria de la construcción y a lo que aparezca.
Son distintos a los haitianos que emigran y que se han convertido en la mano de obra especializada de la industria de la construcción, los trabajadores selectivos del campo o los que son empleados en el sector turístico.
La situación de estos haitianos debe ser motivo de reflexión, al momento de morir Sonia Pierre. Se podría estar de acuerdo o rechazar su forma de lucha en favor de los hijos de haitianos nacidos en República Dominicana, pero planteaba un problema, que sin sus exageraciones, es real.
Sonia podría ser contradictoria, pero su trabajo merece respeto. Ella no tomó una tea ni trató de crer violencia. Sus denuncias fueron llevadas a foros internacionales y las debatió en los medios de comunicación.
Los que defienden a los migrantes, en cualquier país, enfrentan posiciones y luchan contra la corriente. Ya tenemos el ejemplo de los chicanos en los Estados Unidos.
Haití tiene que resolver sus problemas sin involucrar a la República Dominicana. Somos dos países diferentes, y la situación que se vive en la hermana república no es resonsabilidad de los dominicanos, ni este país le tiene que buscar soluciones a una crisis provocada por las grandes potencias.
Pero con los hiijos de los haitianos nacidos en República Dominicana hay que encontrar soluciones que sean pacíficas y en el marco civilizado.
Sonia Pierre descanse en paz, pero queda pendiente el caso de los hijos de haitianos nacidos aquí. No pensemos que ese expediente también murió, está vivo y cobrando fuerzas.
No son emigrantes haitianos, aunque si sus padres lo fueron, sino que nacieron aquí y no tienen una relación directa con Haití. Es mas, muchos nunca han ido a su país de origen.
Salvo las opiniones de furibundos antihaitianos, en la República Dominicana no se ha hecho un estudio serio de este problema social.
Pero es como un cáncer que carcome nuestras entrañas. Los hijos de haitianos ilegales se encuentran residiendo en el país, y es la República Dominicana con sus recursos que los sostiene.
La solución a este problema político y social no es negarle el acta de nacimiento, porque ellos se quedan ilegales y sin papeles, y como son analfabetos el mismo no les hace falta para ir a la escuela, porque no van, y en los hospitales los atienden sin documentación.
Lo que se tiene que enfrentar es la carga social que estos haitianos nacidos aquí representan para el país. También podria ser lesivo a un tratamiento humano que se les monte en un camión y se les tire en Haití, donde nunca han ido.
La solución tiene que ser aplicar medidas migratorias realistas, que vayan a solucionar los problemas, y no a ser tema de debate en foros nacionales e internacionales.
Esos hijos de haitianos viven en la mayor de las miserias, se dedican a trabajos agrícolas, a la industria de la construcción y a lo que aparezca.
Son distintos a los haitianos que emigran y que se han convertido en la mano de obra especializada de la industria de la construcción, los trabajadores selectivos del campo o los que son empleados en el sector turístico.
La situación de estos haitianos debe ser motivo de reflexión, al momento de morir Sonia Pierre. Se podría estar de acuerdo o rechazar su forma de lucha en favor de los hijos de haitianos nacidos en República Dominicana, pero planteaba un problema, que sin sus exageraciones, es real.
Sonia podría ser contradictoria, pero su trabajo merece respeto. Ella no tomó una tea ni trató de crer violencia. Sus denuncias fueron llevadas a foros internacionales y las debatió en los medios de comunicación.
Los que defienden a los migrantes, en cualquier país, enfrentan posiciones y luchan contra la corriente. Ya tenemos el ejemplo de los chicanos en los Estados Unidos.
Haití tiene que resolver sus problemas sin involucrar a la República Dominicana. Somos dos países diferentes, y la situación que se vive en la hermana república no es resonsabilidad de los dominicanos, ni este país le tiene que buscar soluciones a una crisis provocada por las grandes potencias.
Pero con los hiijos de los haitianos nacidos en República Dominicana hay que encontrar soluciones que sean pacíficas y en el marco civilizado.
Sonia Pierre descanse en paz, pero queda pendiente el caso de los hijos de haitianos nacidos aquí. No pensemos que ese expediente también murió, está vivo y cobrando fuerzas.