Una evolución a la inversa se observa con frecuenta en algunas “personas” que sin importarles las consecuencias ciegan vidas de personas útiles por trivialidades, haciendo
caso omiso al mandamiento amarás al prójimo como a ti mismo.
Todo parece indicar que se trata de sujetos carentes de todo tipo de principios, a quienes la vida propia y la ajena les importan un bledo. ¡Qué penas!
Tales son los asesinatos de un joven de 23 años que salía de un gimnasio en Santiago, el hijo de un médico de Mao y un jugador de pelota que estaba en la galería de su hogar en Madre Vieja, San Cristóbal, todos asesinados para quitarles sus celulares.
Las mujeres que salen con carteras se exponen a que se las arranquen de un tirón, lo mismo que si llevan joyas de cierto valor. Escuché el caso de una señora, residente en la periferia de la ciudad, que se levantó temprano para ir a misa y fue interceptada por un delincuente que al ver que no había dinero en el bolso pretendía que se quitara toda la ropa interior porque suponía que lo tenía en sus partes íntimas.
Estos son solo algunos indicadores del desbordamiento de la delincuencia que, al parecer anda por sus fueros, lo que confirma el por qué la mayoría estamos encerrados sin un chapulín que nos defienda.
Se entiende, hasta cierto modo, que cada familia no puede tener a su lado un ejército para que le cuide. No obstante el desorden delincuencial debe ser enfrentado con dureza en la práctica.
El mandamiento amarás al pobre como a ti mismo se ha debilitado en algunos corazones perdidos por diversas razones. En mandato bíblico de ganar el pan con el sudor de tu frente no es del gusto de quienes prefieren lo fácil.
Lo que fácil se consigue, fácil se bota. Además, las consecuencias de tomar de lo ajeno tarde que temprano termina en oscuridad. Es obvio que siempre habrá quienes lo tengan todo y otros tantos que tendrán muy poco. En uno y otro caso lo importante no es el bienestar material, sino que usted sea feliz con lo mucho o lo poco que tengas.
Se precisa afianzar un cambio de actitud positiva. Hay mil y una formas de ganarse la vida de manera honrada sin caer en el fango, en quienes no se dejan dominar por vicios que destruyen o dar lugar a que se esfumen los pocos centavos ganados con esfuerzo; así como más planes sociales (no de dádivas) que motiven a salir adelante.
Si amas al prójimo como a ti mismo, no harás a los demás lo que no deseas que te hagan a ti. Todos queremos lo mejor, pero ¿a qué precio? ¿Acaso vale la pena estar en el fango por un celular o por todas esas cosas que parecen maravillas y que al mismo tiempo te hacen infeliz? La mayor felicidad es estar en paz contigo y con tu prójimo.