Ya es una costumbre para la ciudadanía, el contemplar cómo los desperdicios de los camiones trompos, transportadores de hormigón industrial, lo van esparciendo por las calles para adherirse al asfalto, y nunca más ocuparse de ser removidos por parte de las empresas suplidoras de tal servicio en la acelerada demanda en las construcciones.
Las empresas elaboradoras del hormigón para ser transportado en esos camiones han descuidado la vigilancia a ese acarreo, que antes se veía que se le colocaba una tapa en el caño de salida, y al taparse, se evitaba que residuos del hormigón cayera al pavimento.
Hace algún tiempo las autoridades se empantalonaron y le exigieron a esas empresas colocarle las tapas, pero ahora mismo eso no se supervisa, y hay tantos camiones trompos en circulación, que las autoridades prefieren ver el reguero de hormigón en las calles y dejar que el asfalto se dañe.
Existen sectores de calles emblemáticas que muestran su deterioro con el concreto pegado al asfalto, y en especial cuando existe una pendiente fuerte, que al ir en subida, más fácil se le sale el hormigón al camión y así vemos casi en la totalidad de la avenida Monumental hacia el cementerio Cristo Redentor, en la avenida República de Colombia, la autopista 6 de Noviembre en su intersección con la 27 de Febrero en la esquina de “Pintura”, que son puntos emblemáticos de ese descuido e irresponsabilidad de las empresas productoras de hormigón industrial, y habla muy mal del desinterés de las autoridades para exigir cumplimiento a las leyes y ordenanzas municipales.
Donde es notorio ese reguero de hormigón en las calles es cerca de las plantas elaboradoras del mismo y en especial cuando tienen que salir de la planta para girar y tomar una de las vías principales, ya sea en La Guáyiga en la autopista Duarte, o la 6 de Noviembre desde Haina o en la Avenida de los Beisbolistas de Manoguayabo.
Esa costra de hormigón adherido al asfalto se da en el caso de avenidas recién asfaltadas, y en menos de una semana comienzan a recibir su dosis de concreto, sin que ningún responsable de las empresas hormigoneras acuda a las pocas horas con una brigada de obreros y armadas de palas, escobillones y carretillas para remover ese concreto fresco, que al endurecerse la operación de limpieza es más ardua y laboriosa, por lo que se abandona la tarea, ya que las autoridades, al no imponerle una sanción a esas empresas por daños en la vía pública, prefieren dejar que esos residuos de hormigón continúen aumentando el espesor del pavimento de las calles y avenidas.
Se podría pensar y decir que, con tantos problemas más urgentes que atraviesa el país, el que se dañe el asfalto de las calles con el hormigón botado por los camiones trompos no es importante ni incide en ninguna de las problemáticas nacionales de mayor interés para los políticos y la opinión pública, pero lo que sucede es que si realmente alguna vez el país se organiza y se cumplan las leyes, casos como ese percance urbanístico con los hormigoneros se le debe poner atención.
Las autoridades deben exigirle a todas las empresas hormigoneras remover en conjunto ese concreto de las vías públicas, y en caso que la remoción requiera equipos mecánicos e hidráulicos para remover esas costras de hormigón, demandarle una reparación completa de las vías públicas deterioradas y se corrijan sus camiones para que no esparzan el material en las calles evitando que ese material, al salir del caño del camión, pueda romper los vidrios de algún vehículo que vaya transitando cerca de alguno de esos destructores del pavimento.
El país quizás no será mejor ni más ordenado si las autoridades corrigen ese problema con las empresas hormigoneras, pero al menos la ciudadanía vería que ellas están cumpliendo con su deber y están alertas a las situaciones que le podrían hacer daño a la población en sus quehaceres diarios en el uso de las vías públicas.