El diputado Pelegrin Castillo, de la Fuerza Nacional Progresista, se manifestó contrario a la legalización del consumo de marihuana anunciado este jueves en los estados de Colorado y Washington, capital de los Estados Unidos, nación con más de 30 millones de consumidores de drogas. Consideró que esa decisión evidencia la dualidad de “proclamar una cosa y hacer otra”, de usar la lucha contra el narcotráfico como un arma política contra otros países para obtener ventajas en política exterior.
Para Castillo, entrevistado por los periodistas Manuel Jiménez y Ángel Barriuso en Propuesta de la Noche por Digital 15, la celebración de la legalización por multitudes en Washington puede darse en otros muchos estados por la permisividad institucional del consumo allí.
“Eso hace que muchos actores regionales no asuman los niveles de compromiso que (esa lucha) implica por tener riesgos crecientes”, en un conflicto con un delito transnacional que en su opinión debe hacerse “sin medias tintas, sin acomodamiento, sin doble rasero”.
Su objeción al consumo en el país lo fundamentó en que afecta en mayor cantidad a jóvenes con “vacío existencial” y en estudios médicos según los cuales el consumo se expandiría y aunque disminuirían la violencia y el dinero sucio, el orden social se desestabilizaría más por el consumo de drogas duras como cocaína y heroína.
Aunque no reveló el monto, calificó de “ridícula” la suma anual que Estados Unidos aporta al país para la lucha contra el narcotráfico y la de Naciones Unidas al Caribe para la política de interdicción de US$4.0 millones, “lo que se gana un narcotraficante en una operación modesta”.
Señaló que todo esto es debido a que para Estados Unidos el narcotráfico internacional no amenaza su seguridad nacional sino el terrorismo internacional y esa es la concepción que como nación hegemónica impone a las demás.
Explicó que para los gobiernos estadounidenses el narcotráfico es un fenómeno criminal que debe ser enfrentado con decisiones policiales y judiciales, aunque para República Dominicana lo considera un problema de seguridad nacional.
Dijo que en verdad Estados Unidos tienen en el consumo un problema sanitario muy serio, por lo que si corta el flujo de drogas a sus treinta millones de adictos desataría un serio problema de orden público en esa población en síndrome de abstinencia.
Declaró que en el fondo es una crisis dentro de otra mayor, la de la cultura consumista occidental o “cultura de la muerte” como recordó que la definió el papa Juan Pablo II, de la que la droga es una expresión.
Coincidió con que es necesario la revisión de este asunto planteado por los presidentes de Colombia y Guatemala, Juan Manuel Santos y el ex general Pérez Molina y el escritor Mario Vargas Llosa, quienes consideran desfasada la política antidrogas.
Castillo citó estadísticas según las cuales la región de México y Centroamérica registra más víctimas por violencia de narcotráfico que las del conflicto de Irán y Afganistán en los últimos años.
También coincidió con las quejas del presidente Calderón que deja ahora el poder en México frente de que Estados Unidos permitió a los narcotraficantes recibir armamentos desde su territorio para la guerra al estado mexicano que ha costado miles de vidas.