Julio Vasquez.

Radio Renacer

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martes, 12 de mayo de 2015

La salvación conlleva procesos

“Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos.” 2 CO.1.6.
    
“No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” Ap. 2:10.
    
Podemos ver que la salvación conlleva procesos, además de que debemos mantenernos en Cristo si queremos salvación, por lo que es imprescindible mantenerse fiel para obtener la corona de la vida. La salvación es la promesa para heredar la vida eterna, la salvación no es el boleto del último tren o la salida de emergencia a la vida eterna.
    
Aunque somos salvos por gracia, la salvación demanda en sí un cambio, es la razón por la que el Señor trabaja nuestro carácter por medio de las pruebas y tribulaciones.   Es necesario que seamos transformados en el nuevo hombre, este cambio inicia desde recibir a Jesucristo hasta que partimos con él.
    
“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.     Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.” 1 CO.15. 53-54.
    
“A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” Es decir que, tenemos que ser perfeccionados para que llevemos frutos, porque de lo contrario dice en MT.3.10 “Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.” Timoteo 3:16.
    
Este proceso de desiertos y pruebas es lo que garantiza nuestra salvación, porque esta salvación es guardada por la fe que nosotros mantengamos hasta su regreso o nuestra partida. Dice en LC.18.8 “Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”
    
Las pruebas hacen preciosa nuestra paciencia y ésta nuestra fe. Durante este tiempo de desierto es donde nuestra fe es probada, para poder mantenernos firmes, ninguno que recibe a Jesucristo como su dueño, entiende al momento el peso de valor que demanda esta confesión. La palabra es la que nos hace ir entendiendo por medio del Espíritu Santo lo que el Señor tiene para aquellos que le aman y creen.
    
Efesios 6. 13-18 nos advierte de cómo mantener nuestra salvación para llegar a la vida eterna: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
    
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;  orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.

Maricela Ortiz.