Julio Vasquez.

Radio Renacer

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viernes, 18 de junio de 2010

No hay Caballeros


Hace unos días vi en un periódico local algo que llamo mi atención. Era la foto de una señora con un niño tomado de la mano que trataban de cruzar una calle de esta ciudad en donde estaba demarcado en el suelo con líneas blancas el paso para peatones. Aparentemente ella junto con el niño llevaban allí un buen rato parados y el articulo lo titulaban, “Se ha perdido la caballerosidad”

Vino a mi mente el cuento de una señora de avanzada edad que se subió a una guagua y todos los asientos estaban ocupados, habían muchos hombres sentados y la señora exclamo: “Parece que aquí no hay caballeros, alguien de los que estaban sentados exclamo: Caballeros hay, lo que hay son asientos”.

Yo estoy completamente convencido que en este bello país hay muchísimos caballeros, lo que sí es cierto es que se ha perdido por parte de muchos el amor y el respeto hacia los demás. Muchas veces tratamos a las demás personas como si fueran simples objetos, sin darnos cuenta que los seres humanos tenemos una dignidad, no importa que seamos pobres o ricos, mujeres u hombres, indios o blancos y esa dignidad tenemos que aprender a respetarla, pues la dignidad humana es uno de los regalos más grandes que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros.

Tenemos que aprender y pensar que esa persona que esta parada en un lugar tratando de cruzar la calle, aguantando calor o cualquier otra inclemencia del tiempo, bien pudiera ser mi mama, mi hermana, mi papa ya bien entrado en años o un hijo mío adolescente. Aquí no se trata de ser caballero o no, aunque eso ayuda y muchísimo, aquí se trata de tener un poquito de generosidad, de conciencia de humanidad, de cortesía y respeto al derecho de los demás seres humanos, y pensar también que hoy es una persona cualquiera que no conocemos, pero que mañana podemos ser uno de nosotros, nadie está exento en esta vida.

No solamente eso se aplica a una persona que quiera cruzar una calle. He utilizado este ejemplo porque apareció en un periódico local, y me llamo la atención, pero esto de tratar a las personas muchas veces como si fueran simplemente cosas u objetos sucede a diario en todas partes y en todos los ámbitos de nuestra sociedad, nos hemos ido acostumbrando desgraciadamente a utilizar la ley del embudo: “Lo más ancho para mi, y lo más estrecho para los demás” El mundo en que vivimos poco a poco se ha ido deshumanizando y muchas veces se convierte en un mundo materializado, donde el ser humano vale o cuenta muy poco, y el precio de la vida es ínfimo. A mí lo que más me preocupa no es el ahora, porque en un final ya nosotros estamos pasando, lo que me preocupa es el futuro, me preocupan esos adolescentes y niños que van creciendo, ¿Cómo será el mundo y la sociedad en que les va a tocar vivir? Bueno eso depende de cada uno de nosotros, porque así como actuemos, así seremos, y así será nuestro mundo y nuestra sociedad, y el mundo en el cual les toque vivir a nuestros hijos, nietos, y bisnietos.

Ser caballerosos, corteses y humanos edifican a la persona y no cuesta nada, Si ponemos esta regla en práctica, yo estoy seguro que tendremos una satisfacción interior que nos ayudara mucho.

Termino con un pedazo del Evangelio de San Juan, capitulo 13, Versículo 34 y dice así: “Les doy este mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse ustedes los unos a los otros”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.


Ray Ortega.