Julio Vasquez.

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sábado, 2 de enero de 2016

El Arzobispo de Toledo advierte que la ley no cambia el corazón de los que maltratan y matan a sus parejas

El arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, considera «estupendo que las mujeres amenazadas» lo denuncien y «haya posibilidad de evitar el crimen con nuevos mecanismos de alerta», a la vez que sostiene que «el problema serio radica en que en esas parejas no ha habido verdadero matrimonio». El prelado advierte que las leyes contra la violencia en la familia no cambian el corazón de las personas que causan esa violencia.
(El Día digital) «Dejémonos ya de las zarandajas que la ideología de género enturbia.Cuando digo que no hay verdadero matrimonio, no estoy pensando sólo en el matrimonio canónico; también en el civil, ante el representante del Estado», ha asegurado el primado toledano en la publicación Padre Nuestro.
A su modo de ver, «la mayor parte de las mujeres que mueren lo son por sus maridos que no las aceptan, las rechazan por no aceptar tal vez sus imposiciones; o por su expareja, o también por el que convivía con ella; frecuentemente la reacción machista tiene su origen en que ella ha pedido la separación».
Mons. Rodríguez «no piensa en otro de tipo de uniones afectivas, donde casi lo único que les une es lo físico, lo genital y poco más». «¿Cómo se puede pensar en una relación personal entre hombre y mujer sin las más elementales disposiciones para vivir en común?», se ha preguntado.
Opina el arzobispo toledano que «entrar en la vida del otro o de la otra, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueva la confianza, el respeto y el amor; estas cualidades cuando es más íntimo y profundo el afecto, tanto más exige el respeto de la libertad y la capacidad de esperar».
También es necesaria, a su parecer, «la necesidad de dar gracias al otro o a la otra por lo que cada uno hace en favor del otro o pedir con frecuencia perdón», una «palabra difícil, pero necesaria, para que las pequeñas grietas no sean fosas profundas».

Los asesinatos y las familias que se rompen

El prelado ha mostrado su preocupación por «los asesinatos violentos, masivamente cometidos por varones contra mujeres, esposas, exparejas de hecho, en unión afectiva o divorciadas de ellos». Al mismo tiempo, ha trasladado su malestar por «las familias que por doquier se rompen» una ruptura que experimenta «un continuo crecimiento».
«Pienso que a nuestros responsables políticos y sociales no les preocupa tanto el dato, cuando con tanto ahínco han luchado para que se implante el llamado divorcio exprés», ha manifestado.
Ha reprochado a estos mandatarios que solo manifiesten y declararen «que hay que endurecer las leyes y la prevención» en los casos de violencia de género. «Por muy buenas leyes que existan o salgan de nuestros parlamentos, el ser humano es interioridad y poco se puede hacer si no se cambia por dentro».
A su juicio, no se deben denominar simplemente 'violencia de género'. El arzobispo señala que cuando ha aparecido cómo tratar este problema en los programas electorales de los partidos, se ha quedado «asombrado».
En este punto, ha considerado que las leyes positivas no pueden «sin más cambiar» el corazón de los presuntos autores de estos «asesinatos», sino que «a lo más cohibirán a algunos en sus propósitos asesinos».
Finalmente, ha alabado la labor de los centros de Orientación Familiar a los que ha agradecido «el bien que hacen». «Sois personas geniales, que utilizáis muy bien la imaginación de la caridad en esta obra espiritual de misericordia: Dar buen consejo al que lo necesita. Esa sí es manera de preocuparse de los problemas reales de las personas que forman las familias: hombres y mujeres concretos», ha concluido.