Los cristianos son para Dios un tesoro personal que cuida, protege y al que le une una relación de amor muy fuerte y por tanto nunca ha sido indiferente a su sufrimiento. Lo afirmó esta mañana en el Vaticano el Papa Francisco al repasar brevemente la historia del pueblo de Israel como ejemplo de la misericordia de Dios.
“La misericordia de Dios está presente a lo largo de toda la historia del pueblo de Israel”, dijo al comenzar este miércoles una nueva catequesis en la Audiencia General.
Pero “el Señor, mediante su siervo Moisés, guía a Israel en el desierto como si fuese un hijo, lo educa en la fe y hace una alianza con él, creando una unión de amor muy fuerte, como el de un padre con su hijo o el de un esposo con su esposa”, explicó el Santo Padre.
El Pontífice afirmó que “Dios propone una relación de amor particular, exclusiva, privilegiada” puesto que “el pueblo es para él una ‘pertenencia’ diversa, especial: su personal ‘reserva de plata y oro’ como aquella que el rey David afirma haber donado para construcción del Templo”.
“La misericordia del Señor hace al hombre precioso, como una riqueza personal que Le pertenece a Él, que Él custodia y en la que se complace”.
Francisco recordó además que “en Egipto la vida para el pueblo se hace dura” y “cuando los israelitas están a punto de sucumbir es cuando el Señor interviene y obra la salvación”.
En relación a los sufrimientos que padecieron los judíos durante la esclavitud, señaló que “la misericordia no puede permanecer indiferente ante el sufrimiento de los oprimidos, al grito de quien está sujeto a la violencia, reducido a la esclavitud, condenado a muerte”.
Se trata de “una dolorosa realidad que aflige cada época, incluida la nuestra, y que hace sentirse a menudo impotente, tentado de endurecer el corazón y pensar en otra cosa”.
Pero “Dios, al contrario, no es indiferente”, puesto que “no distrae nunca la mirada del dolor humano”. “El Dios de misericordia responde y se hace cargo de los pobres, de aquellos que gritan su desesperación”.
“Dios escucha e interviene para salvar, suscitando hombres capaces de sentir el gemido del sufrimiento y de obrar en favor de los oprimidos”, añadió en la catequesis.
Francisco explicó que así comienza la historia de Moisés “como mediador de la liberación para el pueblo”.
“Moisés, que la misericordia divina fue salvado de la muerte apenas nación en las aguas del Nilo, se hace mediador de esta misma misericordia, permitiendo al pueblo nacer a la libertad salvador de las aguas del Mar Rojo”.
Al concluir, el Papa recordó que “también a nosotros nos ofrece las maravillas de su misericordia, que llega a su pleno cumplimiento en Jesucristo, que con su Sacrificio Pascual inaugura la ‘Alianza nueva y eterna’, nos obtiene el perdón de nuestros pecados y nos convierte definitivamente en hijos de Dios”.